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Crónicas del Congreso de Tlaxcala, I

EPIDEMIA DEL CEL: DIPUTADOS LEGISLANDO

Los diputados de Tlaxcala votan leyes con celulares en mano.

Cabe especular sobre qué los entretiene durante sus graves labores.

Unos hablan, obviamente, pero otras veces miran la pantalla: navegan la web.

¿Qué verán mientras uno de sus pares habla en tribuna?

Al menos uno –Escobar- se evade del pleno hacia su facebook.

Imposible saber qué hipnotiza a Fulgencio y el joven a su izquierda, embebidos largo tiempo en algo que esconden, discretos, por el rumbo de la entrepierna y deben ser sus cel.

Cuando sube Murbartian tres hablan al mismo tiempo.

A la hora de la brevísima intervención de Vázquez sólo dos, hay que decirlo.

Asciende hasta cinco el número de cel-adictos cuando el de la palabra es Alejandro Aguilar, y eso que expone acerca de la ley de extinción de la propiedad de los criminales.

Cuando toca turno al de la Junta de Concertación, Héctor, se marca récord en la sesión de este jueves: hasta siete representantes del pueblo de Tlaxcala hablan o pican el teclado de su cels mientras uno de sus líderes institucionales desglosa un largo elogio de ellos mismos.

Mas, ¿acaso honra Héctor tal obsesión por los cel?

No, claro, sino el trabajo en comisiones: al que, por cierto, está vedado el acceso a los ciudadanos en general y a los reporteros en particular.

Ni modo que presumiera lo que sí podemos ver los tlaxcaltecas sin fuero.

Porque el pleno es ya sólo una representación teatral –los acuerdos se toman a espaldas de los ciudadanos, literalmente en lo oscurito-, debe ser que ni a los propios diputados les interesa lo que se dice en tribuna.

¿Cuánto nos costará a los contribuyentes tantas horas desperdiciadas en dicha simulación?

Estas son cosas y dudas, se sobreentiende, que la tele gubernamental no informará.

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