Código Tlaxcala
“Ninguna sociedad democrática puede existir sin una prensa libre, independiente y plural”. Kofi Annan
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Democracia Madura

En México, como en la mayoría de los países de América Latina, estamos aún muy lejos de construir los necesarios cimientos previos para una democracia posible. La llamada democracia de masas (individuos sin organización ni cultura democrática, solo con las necesidades y los apetitos del momento), es manipulable y sobornable con míseros obsequios y promesas de derechos abstractos.

Estas dádivas que al demagogo no le cuestan sino a la hipoteca de la deuda pública, logran convertir a los ciudadanos en dependientes y masificados, y a los gobernantes en chantajistas. Siempre habrá que distinguir el “corporativismo desde el gobierno y el partido del gobierno” de las organizaciones con su propia fuerza y prestigio que forman el llamado “poder social” que no requiere de marchas diarias en las calles, pues esperan que las cámaras y parlamentos funcionan como voceros de sus inquietudes. En nuestro caso el Poder Legislativo, por lo menos hasta ahora, ha sido estéril o francamente un estorbo para la solidaridad nacional y para los cambios estructurales indispensables para el país.

Los requisitos necesarios para la construcción de una cultura para la democracia madura, pueden tardar mucho tiempo en construirse.

No debemos permitir que la nación se nos vaya de las manos. Hay que construir, no destruir, una democracia madura, para lo cual hay que formar primero instituciones y hombres y mujeres cabales para la política.

El concepto de democracia se puede expresar así: “una sociedad en la cual el poder no está plena o esencialmente en manos del gobierno, o sea que el poder se halla diseminado o repartido sobre una multiplicación de agrupaciones que se respetan y vigilan mutuamente”.

La sociedad plural debe entenderse como el liderazgo social ajeno directamente al liderazgo político, en el cual el líder se realiza en el logro del bien gremial y en la defensa de los intereses gremiales, en el éxito material de su organización y, en segundo lugar, hasta el punto en que los dirigentes y afiliados se sienten interesados y motivados por la ideología y la política interna de su organización, en su vocación social, practicando una democracia interna en el partido, el sindicato, la escuela, la cámara, etcétera.

La función del Estado es la de ser promotor del bien común, no del bienestar de la grandes mayorías ni el Estado benefactor que ya demostró su fracaso, desarrollando subsidiariamente todos los grupos intermedios o básicos de la propia sociedad sin suplantarlos ni dominarlos; respetando a los diversos tipos de familias, a la empresa, a las escuelas, a los cuerpos intermedios, a los propios partidos, a los municipios y a las organizaciones religiosas.

La sociedad es el cuerpo donde cada grupo social debe de cumplir su función específica, dinamizando a los demás elementos, como lo hace un organismo sano integrado. El Estado, como sociedad de sociedades, debe actuar con un gran respeto a los demás elementos que conforman el cuerpo social, cuidando que ningún interés parcial de partido o de grupo se coloque por encima del bien común, o sea de las posibilidades de desarrollo de todos. El papel del Estado es como el del árbitro deportivo, que debe promover el juego al tiempo que cuida el orden.

Recuerden que: “Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia”. Theodore Roosevelt

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