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India: una Economía Creciente Pero una Nación Infeliz
Udayan Mukherjee * /Hindustantimes (India), 24 Mar
Cuando el 20 de marzo el mundo celebró el Día de la Felicidad, las Naciones Unidas nos informaron que India es una de las naciones menos felices del planeta. Clasificamos 122 entre 155 países, fácilmente el peor en el sur de Asia, con solo las naciones africanas más pobres debajo de nosotros en la lista. Uno casi puede escuchar los aullidos de protesta: ¿puede la felicidad ser definida?, ¿cómo puede la ONU emitir un juicio con una muestra de tamaño tan pequeño?
Con todo, dadas pequeñas mejoras urbanizadoras en otros rankings, como la facilidad para hacer negocios, es justo examinar qué es, según el estudio, lo que nos hace tan infelices.
Los seis parámetros en los que se mide la felicidad son el PIB per cápita, la esperanza de vida saludable, la libertad, la confianza, el apoyo social y la generosidad. Esto suena muy razonable, los críticos no tendrían un problema con la metodología. Entonces, ¿dónde nos encontramos en cada uno?
El PIB per cápita es nuestro defecto más flagrante y cuantificable. En 2017, India clasificó 126 de 200 países en este criterio, que para la “economía de más rápido crecimiento del mundo” es deplorable. La ONU va un paso más allá al decir que el desempleo y la mala calidad de los empleos es lo que hace que las personas realmente sean infelices. Sobre esto, hemos dado muchos pasos atrás en los últimos años, lo que suma a la miseria de nuestros ciudadanos.
Sin embargo, no es solo una historia de economía. China ha avanzado rápidamente durante las dos últimas décadas en el crecimiento del PIB per cápita, pero su posición en el Índice de Felicidad no ha aumentado en absoluto. Cuestiones aparentemente “más suaves” como la confianza, la libertad y la generosidad, son igualmente importantes.
Hay poca confianza en la sociedad India acribillada por la corrupción. La interfaz entre los ciudadanos y el Estado, a través de burócratas, políticos, agentes de la ley y recaudadores de impuestos, a menudo es transaccional. La confianza no es la base de ninguna de estas ecuaciones.
Mientras en el papel somos una democracia en funcionamiento, con frecuencia la libertad es un privilegio de las clases superiores, económicas y sociales. Hay poca libertad para las minorías, religiosas o sexuales, al realizar sus elecciones de vida. ¿Puede alguien, con la mano en el corazón, afirmar que las personas de las castas retrasadas o los pobres son hoy verdaderamente libres? La única gracia que les salva es que tienen voto.
No debería sorprender que en nuestro país la mayoría de los gobiernos sean rechazados después de un mandato. Es una expresión de “infelicidad” de nuestras gentes ante la incapacidad de los gobiernos de proporcionarles una vida libre, cómoda y segura.
Los indios no son un pueblo generoso. Nuestro récord en filantropía, con notables excepciones, es lamentable. Tratamos terriblemente a nuestros ayudantes domésticos. Tal vez porque somos una nación pobre que lentamente se está elevando a la prosperidad, nuestro instinto primario es acumular y hacer crecer nuestra propia riqueza con poca disposición a compartirla con los menos afortunados. Los grandes filántropos del mundo tienen que venir a la India para decirles a nuestros multimillonarios que deberían dar más.
Los países desarrollados obtienen más puntajes que nosotros en el parámetro de apoyo social. En nuestro país, tenemos esquemas como NREGA 1 pero no existe un concepto de seguridad social. Esto causa enormes dificultades durante fases económicas desafiantes, como se ha visto durante la desmonetización 2 u hoy en día en los enfrentamientos entre nuestros agricultores. Para una amplia franja de nuestra población, la falta de apoyo social es un factor clave para sentirse infeliz.
Finalmente, hay una saludable expectativa de vida. Medido en número de años, hemos dado algunos pasos en esto, con una mejoría de 62 a 67 años en la última década. Todavía es mucho más bajo que otros países emergentes que tienen más de 75 años.
Pero, es lo poco “saludable” lo que arruina nuestro espectáculo. El récord de la India en la mayoría de los parámetros de salud globales es bastante abismal.
Si las personas no ganan lo suficiente, no tienen trabajos que les gustan, se preocupan por su salud, no pueden confiar en los demás o en el Estado, no son libres de elegir y no pueden apoyarse ni en el Estado ni en sus compatriotas en momentos de necesidad, ¿cómo pueden ser felices? Quizás no deberíamos burlarnos del informe de la ONU, sino mirar hacia adentro.
A propósito, el ranking de los E. U. se ha deslizado bruscamente en el último índice. ¿Alguna conjetura, por qué?
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*Udayan Mukherjee es periodista televisivo y editor asesor de CNBC TV18.
Notas del traductor.
1 La NREGA o Ley Nacional de Garantía de Empleo Rural –renombrada Ley nacional de garantía de empleo rural Mahatma Gandhi”, MGNREGA- fue propuesta en 1991 por el abogado Pamulaparti Venkata Narasimha Rao, primer ministro hasta 1996, al que se llamó “Padre de la reformas económicas”. Tras la aprobación de la iniciativa por el Parlamento en 2006, primero se hizo una prueba piloto en 625 distritos y finalmente se generalizó en 2008. El objetivo medular de la Nrega –calificada en 2014 por el Banco Mundial “un ejemplo estelar de desarrollo rural”- es asegurar empleo manual no calificado al menos durante 100 días del año a cada hogar en regiones pauperizadas. El empleo de salario mínimo lo debe asignar el Gram Panchayats –no se permiten intermediarios privados- en un radio máximo de 5 km desde la vivienda del solicitante, quien si no es empleado en un plazo de 15 días tiene derecho a una prestación por desempleo. Entre los objetivos secundarios del plan se hallan la creación de activos de infraestructura, el empoderamiento de mujeres campesinas y la implementación de acciones medioambientalistas.
Los Gram Panchayats se basan en la tradición asiática milenaria del Panchayat raj (raj, regla; panch, cinco; ayat, reunión), consistente básicamente en una asamblea de ancianos de la comunidad o región, a cargo de dirimir diferencias entre individuos, grupos y pueblos. Mahatma Gandhi vio en esta forma de gestión descentralizada, a la que llamó Gram Swaraj (“autogobierno de la aldea”), una posibilidad que sin embargo no prosperó en su momento, debido a la centralización característica del sistema de castas.
2 En 2016, el gobierno de Narendra Modi puso en marcha al fin expreso de combatir la corrupción, el lavado de dinero y el terrorismo, una política contra el “dinero negro” –oferta de campaña de 2014- consistente en el retiro del mercado de 86% del circulante. En la noche del 8 de noviembre de ese año, sin aviso previo el primer ministro informó por televisión la ilegalización con efecto casi inmediato de los dos billetes de más valor, de 500 y 1000 rupias (8 y 15 dólares, aproximadamente). “Mañana estos billetes serán sólo un trozo de papel”, anunció intempestivamente. Al pánico inicial y las protestas siguieron efectos contradictorios de difícil interpretación. Por un lado, el partido de Modi arrasó con apoyo de los más pobres las elecciones legislativas de marzo de 2017, con una votación histórica que le granjeó 312 de 403 escaños y prácticamente le garantizó la reelección en 2019. Aunque aún se desconoce bien a bien el impacto de la medida sobre el PIB, muchos piensan que obstaculizó muchas transacciones ilegales habituales entre las clases altas y los grupos criminales. Kunal Sen, profesor de la Universidad de Manchester, dijo al diario argentino La Nación que “a pesar de lo que los economistas pensábamos, que la medida tendría un efecto negativo en la actividad económica, especialmente en los sectores bajos, políticamente parece que la decisión de desmonetización fue muy beneficiosa para el gobierno; no creo que haya sido toda la causa de la victoria, pero tuvo una responsabilidad importante. Los resultados mostraron que, políticamente, la norma fue muy inteligente”. Otra lectura es ofrecida por Shailesh Kumar, de Eurasia Group: “Pero más que por los objetivos anunciados, la desmonetización puede verse como una reforma cultural destinada a cambiar los hábitos de la India. La medida instaló en la sociedad el miedo a quebrantar la ley e hizo que todos se preguntaran, quizá sólo temporalmente, qué más puede hacer el gobierno para erradicar la corrupción”.