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Javier Risco /El Financiero (México), 3 Jul
Las profecías también tienen fecha de caducidad. La de Atlacomulco la conoce todo México: una señora marcó el futuro de las élites políticas de este país y místicamente fortaleció a un grupo de priistas que siempre vio sólo por sus intereses, mismos que los mantuvieron en la plenitud del poder durante siete décadas.
Así nos la contaron durante años: “Cuenta la leyenda que, en 1940, doña Francisca Castro Montiel, la vidente de Atlacomulco, municipio del Estado de México, sentenció una poderosa profecía: ‘Seis gobernadores saldrán de este pueblo y, de este grupo compacto, uno llegará a la Presidencia de la República’”. Cualquiera diría entonces que ese pequeño pueblo, uno de los 125 municipios del segundo estado más importante de México, sería incapaz de cumplir una profecía así.
La ley de las probabilidades obraba en contra. Setenta y cinco años después, “cinco hijos de Atlacomulco ya fueron gobernadores y uno de ellos ya alcanzó la Presidencia de la República”. Retomo la leyenda de una columna de Ramón Alberto Garza hecha hace varios años sólo para aquellos jóvenes lectores que desconocen el conjuro priista y por qué este municipio, de no más de 100 mil habitantes, se convirtió en la cuna de los elegidos.
La visión de aquella señora no pudo llegar al 2018, supongo que era mucho pedir, pero estoy seguro de que algunos mayores de 50 años, nacidos en este municipio, jamás se imaginaron ver al partido todopoderoso, que los ha acompañado toda su vida, en la lona, sin nada. Y es que la debacle tricolor es tal y el trabajo del presidente nacido en Atlacomulco fue tan desastroso, que no ganó ni en su cuna.
De lo disputado el domingo, con base en las cifras del PREP, Morena ha logrado asegurar cinco de las nueve gubernaturas que buscaba; el PAN obtuvo tres e incluso Movimiento Ciudadano logró coronar en una. ¿El PRI? No ganó ninguna. De los 32 estados en ninguno fue mayoría José Antonio Meade, no hubo ‘operadores en tierra’ –o como le llamen al arte de movilizar gente para que vote–, capaces de seguir el engaño o acabar el enojo en contra del gobierno saliente.
El Edomex, que tanto pelearon en 2017 por conservar, se les fue de las manos. Por primera vez en toda su historia el mandatario priista tendrá que gobernar con un Congreso de oposición. De los 45 distritos que componen a la entidad, el PRI sólo retuvo uno… ¡uno!, 2 el PAN y Morena los aplastó quedándose con 42. Vaya panorama para el de por sí desdibujado Alfredo del Mazo, quien empieza a recibir la verdadera herencia de su primo presidente.
En una de las mesas de análisis poselectoral de EL FINANCIERO Televisión coincidían los presentes que esta elección no la había perdido el candidato José Antonio Meade, sino el ánimo social de sacar al PRI de Los Pinos tras un sexenio de excesos e impunidad, en esta pirámide de poder político que aún sobrevive en estos partidos. Así como todo mundo aplaudió la operación de Enrique Peña Nieto el año pasado en el Estado de México, hoy le cuelgan la derrota más dolorosa de su historia.
No sabemos si fue porque no quisieron verlo o porque de verdad pensaron que podían replicar un escenario como el de 2017, pero, a nivel nacional, es increíble que no se dieran cuenta que un socavón, una ‘casa blanca’, 43 estudiantes desaparecidos o el caso Odebrecht valen más que un tinaco o una despensa. De hecho, revisando los datos duros, también habían perdido el Edomex, lo ganaron por alianzas y porque a Delfina Gómez nadie la conocía en el día 1 de la campaña.
César Camacho, exgobernador del Estado de México en los noventa, decía que era tal el control del PRI en el estado que lo único que necesitaba el candidato para llegar a la gubernatura era mantenerse vivo. Hoy la entidad dejó de ser su joya de la corona: sí se mantiene el gobernador Alfredo del Mazo, pero han quedado lejos de significar algo para la estructura priista nacional. Hoy, cifras del Instituto Electoral del Estado de México colocan a Morena como ganador también en 48 de los 125 ayuntamientos disputados en la entidad.
La cereza del pastel fue Atlacomulco, el origen de la profecía –la cuna de Isidro Fabela, Alfredo del Mazo Vélez, Arturo Montiel Rojas y Enrique Peña Nieto. Esa tierra dejó de ser priista, ganó Morena por cerca de 20 puntos, decenas de miles le dieron la espalda a una tradición política y con eso se rompe el maleficio de Atlacomulco dictado desde 1940 –creo que no debo de explicar por qué se ha ganado ese calificativo, los números lo avalan–. No sólo cambia el mapa político, cambia el estado de ánimo, se rompen inercias que sólo se mantenían por costumbre. El PRI se ha ganado a pulso su julio más negro y como oposición se encuentra en un laberinto de recursos limitados y minorías sin poder.
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