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Sebastián Edwards /El Mercurio (Chile), 25 Ago
Dicen que el Presidente Sebastián Piñera es adicto a las encuestas, y que La Moneda gobierna en base a ellas. Pero no es el único. Desde hace un tiempo, las encuestas se han masificado. Las usan las órdenes religiosas, los partidos políticos, las agencias de publicidad, los equipos de fútbol, periodistas y gurús.
No quise quedarme atrás, y decidí tener mi propia encuesta. Una consulta “no científica”, restringida a mi escuálida lista de WhatsApp. Un poco más de 100 personas. Mi objetivo fue aprender algo del Chile actual, del país que dejé hace 40 años, y al que regreso en mis sueños y cavilaciones.
La interrogante fue muy simple: “¿Se puede ser liberal y católico a la vez?”.
Todos los encuestados, sin ninguna excepción, contestaron, en la primera vuelta, en el positivo: “desde luego -dijeron- que se puede ser católico y liberal”. Muchos agregaron que eso era exactamente lo que ellos eran: no necesariamente de misa todos los domingos, pero cosmopolitas y modernos.
En vista de esta masiva respuesta, decidí ahondar en el tema, y disparé a quemarropa una segunda pregunta, mucho más difícil, pregunta que empieza a incomodar a la fauna política chilena.
“¿Aborto libre?”.
Aquí se produjo un verdadero desbande, un silencio sepulcral que solo fue roto lentamente.
Las respuestas se pueden dividir en tres grupos: el primero, por lejos el más numeroso (87 de 111), corresponde a aquellos que ante la nueva interrogante dijeron: “No. Ese es un límite. Liberal sí, aborto no. Bajo ningún punto de vista”. Varios se expandieron, diciendo que eran partidarios del matrimonio gay, pero no de permitir el aborto durante las primeras semanas de gestación. Estos son los liberales a medias, liberales con “peros”, liberales que, en el fondo, son neoconservadores.
El segundo grupo, significativamente más reducido, quiso explicaciones, detalles, aclaraciones sobre lo que se estaba preguntando. ¿Hasta qué momento dentro de la gestación? Muchos dijeron que la propuesta argentina de permitirlo hasta las 14 semanas era demasiado permisiva. Cuando les expliqué que en los Estados Unidos los estados más conservadores lo permiten hasta las 20 semanas, se mostraron sorprendidos.
El tercer grupo, el más reducido, formado por no más de cinco personas, estuvo de acuerdo con el aborto sin restricciones hasta el primer cuatrimestre.
En el año 2006, el filósofo Michael Sandel -quien se define como liberal- debatió sobre este tema con su colega, igualmente prominente, Thomas Nagel, en las páginas del New York Review of Books. Cuando se trata del aborto, dice Sandel, no cabe la distinción entre “moral privada” y “moral pública”. Nagel opina lo contrario. Para él, el aborto (temprano) cae en la esfera de lo “privado”. Nadie está obligado a hacerlo, pero tampoco se puede prohibir mediante una ley; para un liberal es una coerción inaceptable.
Lo más interesante de este ejercicio es cuán poco informados estaban mis amigos sobre la experiencia internacional. En particular, muy pocos conocían el razonamiento de la Corte Suprema de Estados Unidos para descriminalizar el aborto durante las primeras semanas de gestación.
En 1973, la Corte reconoció que había una tensión entre los derechos individuales, resguardados por la Constitución y la obligación del Estado de proteger una vida en potencia. Al final, según la mayoría los miembros de la Corte (el fallo fue 6 a 2), la Constitución -y, especialmente, sus enmiendas novena y decimocuarta- protege el derecho a la “privacidad”, y ese derecho incluye la decisión de una mujer de poner término a un embarazo. Sin embargo, este derecho tiene un límite y está sujeto a ciertas restricciones. Este límite tiene que ver con el interés y obligación del Estado por proteger una vida “potencial”. Si se determina que este interés del Estado es “imperioso y convincente”, dijo la Corte, es posible que las leyes restrinjan el derecho al aborto.
En los años siguientes, la Corte determinó que durante el primer trimestre el derecho a la privacidad es dominante, y el derecho al aborto no tiene restricciones. Lo contrario sucede durante el último trimestre. Ahí, el interés del Estado domina, y el aborto está prohibido, con mínimas excepciones. En segundo trimestre es un caso menos claro. En 1992 la Corte decidió que lo determinante era la “viabilidad” del feto de sobrevivir fuera del útero. Con el paso de los años y con los avances médicos el número de semanas que determina esta “viabilidad” ha ido bajando desde las 24 a las 22 semanas.
Hace un par de días, un amigo me escribió: “Y usted, señor encuestador, ¿qué piensa?”.
Mi respuesta fue oblicua: “No me gustaría”, escribí, “que mis hijas y nietas vivieran en un país donde el Estado controla sus cuerpos”.
Link http://www.elmercurio.com/blogs/2018/08/25/62770/Se-puede-ser-catolico-y-liberal.aspx