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Progresismo Cojuelo / Raúl Mayoral (España)
El progresismo cojuelo / Raúl Mayoral, El Imparcial (España), 26 Ene
“Ábalos ha evitado una crisis diplomática”. Palabra de Sánchez. Si él lo dice, debe ser verdad.
El ministro acudió al aeropuerto a recibir a un amigo personal, ministro del dictador Maduro ¿amistades peligrosas? Otro ministro, Marlaska, le encargó: “José Luis, ya que estás ahí, acércate al avión de la venezolana y que lo sentimos mucho pero no puede violar nuestra frontera como viola derechos humanos en su país”.
Ábalos, culto, fino, provisto del sentimiento de la medida y bien mandado, se desnudó de ministro vistiéndose de controlador aéreo para evitar, sagaz y sutilmente, una crisis diplomática. Debiera el vicepresidente Iglesias imponerle merecida condecoración por tan loable misión como si de un James Bond de su Majestad se tratara.
Tenemos un Gobierno progresista que cojea. Al progresismo lo carga el diablo y el progresista termina disparándose en el pie con el revólver de la incoherencia y el embuste. Se coge antes a un progresista que a un cojo.
Quien acude a Barajas, debe saberse preparado para barajar varias versiones de por qué estuvo allí. Tras cojear por la terminal y barajar, a Ábalos le han cogido en su enésimo renuncio. Ha defendido cinco tesis distintas, cuatro más que Sánchez, reforzando cada una de ellas con más y más argucias. Con semejante material hay guión para una serie en Netflix.
La prensa libre le ha cantado las cuarenta y Ábalos ha terminado enredándose en sus propias redes. Ello revela pedigrí de progresista. ¿En qué momento se había jodido Ábalos? -preguntó engolado Redondo en Moncloa.
Este Gobierno es un espectáculo permanente. Se ha convertido en una industria del espectáculo, que es lo opuesto a la vocación y al arte en política.
No inspira confianza, sino incredulidad y estupor. No acredita franqueza, sino opacidad e inquietud. Miente, despilfarra y atenta contra el sentido común, la inteligencia, el buen gusto y, hasta la gramática, en cantidades industriales.
Sin proyecto común para España, toda su acción está fiada a una demagogia ideológica propia del XIX que no cesa en atizar discordias entre españoles, agarrotar la economía, persuadir de que “el sol no alumbra ni el hielo enfría”, jactarse de dar, como los soviéticos, ultimátums a la oposición, en vez de a Torra, y en desprestigiar el crédito internacional de España prefiriendo apoyar la subvención de un cine gregario, en lugar de defender a los pueblos que desean ser libres.
Este Gobierno tiene obsesión por lo aéreo: Falcon, aviones, helicópteros… Siempre en el aire, como el diablo cojuelo, levantando techos y entrando en la intimidad de los hogares. Cuando el Estado se inmiscuye en el hogar y rediseña la familia aparecen El mundo feliz de Huxley y el fascismo de Mussolini: “Todo en el Estado, nada contra el Estado y nada fuera del Estado”.
Se desvanece la libertad, incluida la de mercado, lo que conlleva la desaparición de IKEA. Y ya nadie, sino el Estado, redecora tu hogar y tu familia. Memoria histórica e ideología de género, en oferta: Dos por uno. Y sin derecho a devolución.
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