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Aprendizajes de la Pandemia / Vianey Esquinca (Excélsior)

Los aprendizajes de la pandemia / Vianey Esquinca, Excélsior (México), 19 Abr

 

La contingencia sanitaria provocada por el COVID-19 le ha dejado a México y el mundo lecciones y aprendizajes, pero también mucha confusión y dudas.

Un ejemplo son los cubrebocas. En algunos lugares se ha hecho forzoso y en otros no. España o Italia no hacen obligatorio su uso; República Checa, Eslovaquia y Ecuador, sí. En México, depende de qué instrucciones se quieran seguir, si las del subsecretario Hugo López-Gatell, que dice que no es necesario, o las de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que ha decretado que todo el que se quiera subir en el Metro debe portar mascarilla.

De igual manera, no hubo un único sistema para llevar el conteo de casos positivos, negativos y defunciones. México decidió utilizar como sistema de vigilancia el llamado modelo Centinela, que le permite monitorear el avance del coronavirus sin necesidad de aplicar pruebas masivas. Un detalle es que cada caso positivo debe multiplicarse por 8.33 veces para entender de qué tamaño es el problema. Algo así como, piense un número, multiplíquelo por dos, súmele 3, quítele el número que pensó. ¿Qué población en México sabe este detalle y puede explicar lo que significa este modelo?

¿Es incorrecto su uso? Depende a qué científico se arrime. El gobierno federal lo defiende, otros expertos señalan que no debió aplicarse en el caso del COVID-19 o, al menos, no tan acotado, y que, además, la única manera de medir (y contener) el problema es haciendo pruebas masivas. Así pues, ¿quién tiene la razón? Sabe Dios, o todos o ninguno.

Durante esta pandemia también se ha aprendido que el presidente Andrés Manuel López Obrador es crítico e intolerante con los medios o columnistas que no opinen como él. Hace un linchamiento en sus mañaneras mencionándolos por su nombre y apellido, los culpa de tener una campaña en su contra. Por su parte, la Secretaría de Gobernación es severa contra las noticias falsas y por eso inició, rápida y furiosa, un procedimiento administrativo sancionatorio contra El Diario de Juárez o el de Chihuahua por difundir una fotografía falsa.

Ambos, pues, son implacables, siempre y cuando no se trate de los seudorreporteros paleros que asisten a las mañaneras y que utilizan los espacios para difamar, o si se trata de amistades del gobierno federal. Entonces son simples errores de cabecillas locas que tuvieron un desliz.

Gracias al COVID-19, la gente se ha enterado de que el Presidente no lee las editoriales de los medios que lo critican y menos si son extranjeros o en inglés. Seguramente el Financial Times, The Wall Street Journal, The Economist o el Washington Post están preocupados y conmocionados ante esta verdad, y los inversionistas, que sí los leían, no los van a volver a hojear nunca jamás.

También se ha aprendido que la única manera de lograr vencer al COVID-19 y aplanar la curva del contagio es que la gente se quede en casa. A menos, claro está, que trabajen en la construcción del aeropuerto de Santa Lucía o la refinería en Dos Bocas, Tabasco.

El gobierno ha sido claro en que todo el mundo debe pagar sus impuestos y apretarse el cinturón, que no habrá rescates ni condonaciones de ningún tipo, porque nada es más importante que el presupuesto destinado a la salud de los mexicanos. Con la única excepción de que se trate de un estadio de beisbol o la construcción de las obras prioritarias del Presidente.

Esta pandemia, pues, lo único que deja claro es que no hay nada claro; que, ante la discrecionalidad, cada persona decide a quién hacerle caso y que hay medias verdades y mentiras completas. El único juez que determinará quién tuvo razón es el tiempo y a algunos se les está acabando.

 

 

Link  https://www.excelsior.com.mx/opinion/vianey-esquinca/los-aprendizajes-de-la-pandemia/1376901

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