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El Poder Unipersonal, no es Democrático
El COVID-19, es real. Sigue las indicaciones
del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell:
¡Quédate en casa!
Donald Trump, con esa desfachatez que le caracteriza, anunció la suspensión de fondos a la Organización Mundial de la Salud (OMS), por parte de Estados Unidos.
Tal nivel de prepotencia, rebasa toda Ley y desde luego, a la Democracia misma.
El tema en cuestión, no es exclusivo de Estados Unidos. Es un tema mundial, es un tema que está dañando, aún no sabemos cuánto, a muchos países del mundo.
Y en el tema del COVID-19, es obvio que esa decisión unipersonal, daña a todo el mundo, no nada más a la OMS.
Lo grave de las decisiones unipersonales, es que dañan a todas y todos, pero más a los pobres, por los que en muchos de los casos, dicen gobernar.
Ha llegado el momento de replantear a la Democracia misma y fortalecerla. Sin duda, el modelo unipersonal tendrá que ser descartado. El presidencialismo no puede seguir siendo visto como una opción democrática.
La deuda democrática en México, no se pagó en el año 2000.
No se ha pagado todavía hasta el presente 2020.
Llevamos 20 años de alternancia a nivel de gobierno federal y 30 años en Baja California. En el resto de las entidades federativas, menos de 30 años. Algunas, no conocen todavía la alternancia en las gubernaturas.
En este sentido, podemos decir que no hemos crecido democráticamente. Tenemos una democracia en pañales.
Por ello la insistencia desde este espacio, de que el Congreso federal diera los pasos, desde que empezó la LXIV Legislatura, para hacer la gran Reforma de Estado que está pendiente, precisamente desde el 2000, para efectivamente dar lugar a un nuevo régimen de gobierno: semiparlamentario o parlamentario.
Un régimen de gobierno que obligue al Ejecutivo a sujetarse a la Ley y a la mayoría real.
Dicho lo anterior, sabiendo de antemano que no hay gobierno, ni perfecto, ni ideal.
Un gobierno que esté obligado permanentemente a buscar los consensos, los acuerdos, tomar las grandes decisiones con el concurso real de todas las voces.
Porfirio Muñoz Ledo, junto con parlamentarios y constitucionalistas, en el año 2000, tenían cocinada esa gran Reforma de Estado. Hoy, aunque su voz se escucha (pero menos en el interior de su partido), no ha movido ni un dedo por ese gran proyecto.
Y nadie está haciendo algo al respecto.
La LXIV Legislatura federal, le va a quedar a deber a México, a las y los mexicanos, no haber diseñado la construcción del nuevo México, el México con Democracia, Libertad, Justicia e Igualdad.
Un país que transitara de país de Leyes, a país con Estado democrático de derecho.
El tiempo, ya se les fue. La oportunidad, también. ¿Lo hará la LXV Legislatura? Ojalá.