Código Tlaxcala
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Ya Medio Milenio

 

¿Y si América hubiera sido descubierto para el resto del mundo por China, en vez de España?

El descubrimiento chino de América pareciera más natural, puede decirse, y menos disruptiva la conquista inevitable por cuanto implicaría un reencuentro con los pobladores de América que doce milenios antes habían cruzado el puente de hielo de Beringia desde la cuna asiática.

Abanico ‘Orquídeas, bambú y roca’, de Ma Shouzhan. Tinta sobre papel . The Palace Museum Collection. FOTO mutualart.com

 

En vez de catedrales tendríamos pagodas y réplicas de la Gran Muralla. Nuestro canon plástico lo dictarían no los frescos de Buonarroti y los lienzos de Da Vinci y El Bosco, sino las orquídeas sutiles de la cortesana, poetisa, música y pintora Ma Shouzhen alias Yuejiao, los paisajes del río Yangtsé de Qian Gu, las caligrafías primorosas de los discípulos de Wang Xizhi y el álbum de paisajes sobre seda de Dong Qichan.

Caligrafía de discípulos de Wang. FOTO Wikimedia

 

Y en vez de los díscolos abuelos romanos y bisabuelos griegos: Homero, Pitágoras, Sófocles, Sócrates y Aristóteles, Horacio, Ovidio, Séneca y Cicerón; a los disciplinados maestros Sun Tsu y Lao Tsé. Seríamos politeístas de taoísmo, confucionismo y budismo; jugaríamos el videojuego Battle Houshin y leeríamos la manga Hoshin Engi, inspirados ambos en una novela ilustrada de la dinastía Ming sobre la creación divina de los gobernantes, Fengshen.

 

Mujer bonita en líneas delgadas, tinta sobre papel, ca. 1598. Dibujo de la pintora y poeta Xue Susu, además música, cortesana y multidivorciada. (Wikipedia)

 

Habría tal vez en torno al lago de Chapultepec no un castillo -lo más relevante de arquitectura en piedra al otro lado del Pacífico en el siglo xvi, era el tramo de muralla en las alturas de Badaling y los templos cristianos de Macao-; sino un jardín budista similar al de la ciudad de Suzhou, retazo de mil hectáreas del ideado por un monje de la dinastía mongola Yuan y reconstruido durante la Ming.

Sin embargo, a juzgar por los indicios históricos, el dominio asiático del nuevo continente habría sido aun más implacable: sin los atenuantes del cristianismo y las leyes de Indias.

Parte de un rollo de ca. 1293 que describe la invasión de la dinastía mongola Yuan al Japón en 1274, durante la cual se emplearon granadas de pólvora. FOTO Wikimedia

 

Los sucesores de los Yuan, la etnia confucionista Han que fundó la dinastía china de la época de Colón y Cortés, gobernaron tres siglos entre 1368 y 1644 a lomos de un ejército de más de un millón de soldados. Su predominio fue descrito por un sinólogo europeo como “una de las mayores eras de gobierno disciplinado y estabilidad social de la historia humana”. Es previsible que tal despotismo hubiera asustado y a la vez fascinado a Moctezuma, pues tampoco permitía a los súbditos mirarle a los ojos sin permiso.

Xilografía china del siglo XVII. Se presume que representa la Flota del Tesoro del eunuco musulmán Zheng He. IMAGEN Wikipedia

 

Tendríamos ojos más chinitos, seríamos un poco más bajos en promedio, habría entre nosotros menos mexicanos “güeros” y casi ningún mulato por ser innecesarios esclavos africanos (en el siglo de la conquista inmediatamente posterior a la peste negra, China sumaba un estimado de 124 millones de habitantes mientras España 6.5 y el Reino Unido 2.5 millones apenas).

Sin embargo,  se antoja altamente improbable que hoy tuviéramos las leyes igualadoras de la democracia ni elecciones periódicas de los gobernantes, ni los foros libres de la prensa y las redes sociales, ni tantas libertades individuales o personales.

Imagen de la edición prima de Basilea (1493), de la carta de Colón anunciando su descubrimiento, medio año atrás, de una ruta atlántica hacia Asia. FOTO wikimedia.org

 

¿Y a la inversa? Si los aztecas hubieran descubierto a Europa, China o Japón, no habrían podido coronar la proeza de navegación con la conquista debido a la abismal inferioridad tecnológica antes aludida. En principio, las civilizaciones americanas desconocían el astrolabio griego y la brújula china, ambos del siglo ii y principales instrumentos de la navegación de alta mar hasta la invención del sextante en el siglo xviii.

Astrolabio diseñado en latón en la actual Toledo (España) por el astrónomo musulmán Ibrahim ibn Said al-Sahli, en el año de 1066. FOTO Wikimedia

 

Pero además, dado su aislamiento geográfico y cultural del resto del planeta los pueblos americanos desconocían hasta el siglo xvi las innovaciones del uso productivo de la rueda (los vestigios más antiguos del Creciente Fértil que va de Siria a Egipto y de Líbano a Irak, y la región de Eslovenia y Polonia, están datados entre los milenios IV-III aC y se asocian al transporte y la alfarería sumeria) y del arado (datado en Mesopotamia casi seis milenios antes de Cortés). Ni conocían el horno de mediana temperatura que tres milenios atrás había hecho posible en algún punto entre el Nilo, el Éufrates y el Tigris, alear cobre y estaño dando pie a la edad de bronce. Carecían de alfabeto y nada sabían de la pólvora…

Reconstrucción de olla con carro de ruedas, hallada junto a uros en Brenocice, Polonia, y datada mediante carbono en 3,635-3,370 aC. (Museo arqueológico de Cracovia) FOTO Wikipedia

 

Moraleja uno: el aislamiento cultural no es bueno para los pueblos porque se pierden de las ideaciones y soluciones ajenas (lo cual acaso es imperceptible en el plazo de una vida humana mas decisivo al paso de los siglos -en el caso, de milenios).

En 2020, Journal of Archaeological Science reportó data de 4,500 años aC para el yacimiento de un taller con escoria de cobre y fragmentos de un horno de estaño, hallado en el Negev, Israel, . FOTO Anat Rasiuk /Europapress.es

 

Mas no hubo conquista china. No pudo ser porque un siglo antes de Colón, los célebres siete viajes de la Flota del Tesoro al mando de Zheng He, si bien “intercontinentales”, siguieron siendo de cabotaje, esto es, bordearon las costas del Mar de China, el Índico y el Golfo Pérsico. (De cabotaje en sentido estricto, pues Europa, Asia y Europa son grandes regiones unidas por tierra, esto es, un mismo suelo para fines prácticos. Ninguna cumple por separado la definición de continente del DRAE: “Cada una de las grandes extensiones de tierra separadas por los océanos”).

Así, la hazaña cumplida por Erick “El Rojo” casi medio milenio antes del descubrimiento de América fue finalmente consumada por Colón, quien dejó un testimonio fascinante del angustiante viaje a lo desconocido en sus cartas a los Reyes Católicos, cuya primera edición impresa merced a la novísima imprenta inundó pronto todo el Viejo Mundo, hasta convertirse en un best seller.

Casco de hierro coreano de la época de la Confederación Gaya de los Tres Reinos, hacia un milenio antes del descubrimiento y a conquista de América. FOTO Flicker

 

La conquista azteca al revés tampoco podía ser. Y qué bueno, pues la superioridad de la edad del hierro vigente en Asia y Europa era absoluta sobre la edad de piedra americana para cuando los marineros de Colón atisbaron las islas de Bahamas, La Española y Cuba. Descubrir los nativos americanos China o Europa en el mismo siglo xvi, habría significado a la vez una hazaña marinera y un autogol (literal) de muy mala suerte.

Descripción del método para hacer ‘químico del fuego’ o pólvora, en un manuscrito por Wujing Zongyao compilado hacia 1044. (Joseph Needham, Science and civilization in China)

 

Hasta antes del siglo XX seguían siendo meras fantasías una Sociedad de las Naciones, la ONU y un derecho internacional. En todo caso, hipotéticos e histórico, la conquista militar (hasta el siglo pasado un mérito heroico para todas las civilizaciones del planeta) se antoja una consecuencia inevitable del descubrimiento. Los almirantes Colón y Vespucio descubrieron para la Europa renacentista un continente desconocido, poblado durante la glaciación de Würm por migrantes que evolucionaron culturalmente aislados del resto de la especie. A resultas, los pueblos nativos, raíz materna de los actuales mexicanos, estaban condenados por el momento histórico a la derrota y la sumisión: esclavizados si sedentarios y exterminados en mayor o menor medida los nómadas ingobernables.

Portada del anuncio del descubrimiento de América impreso en Basilea en 1494 merced a la recién inventada imprenta, basado en el parte de Colón a los Reyes Católicos. FOTO Johann Bergmann de Olpe /Wikimedia

 

Al cabo de lo que sí ocurrió: el descubrimiento por Colón de un continente desconocido, y la conquista de México por Cortés, todo América resultó recreado demográfica, arquitectónica, paisajística, gastronómica, social, culturalmente por tres monarquías ibéricas teocráticas y absolutistas (marginalmente por Francia) más “la pérfida Albión” (en dialecto de inquisidores, el Reino Unido). Luego de vencidos los tlatoanis, caciques y dioses aborígenes, vino por añadidura una nueva fe religiosa, fundamentalista hasta el potro y el Auto de Fe, de la mano de cultivos y animales extraños, tecnologías distintas y mejores, comidas y utensilios novedosos, las lenguas de Cervantes y Shakespeare para idear, soñar, imaginar, maldecir, negociar y enamorarse.

De Español e India, nace Mestizo. Óleo de la pintura de castas del siglo xviii en la Nueva España, por Andrés de Islas. (Museo Blaisten)

 

En los hechos que sí ocurrieron, a la hora del brote de independencia de la España, nuestra raíz paterna, los indígenas de nuestra raíz materna todavía eran el grupo más numeroso de la sociedad novohispana. Para 1810, de 6 millones de novohispanos dos quintas partes no eran indígenas (uno español o criollo; el otro de una Casta, crisol de la mexicanidad donde poco a poco quedarían asimilados los europeos). Un siglo después, en 1921 el censo del gobierno de México reportaba una inversión de las proporciones: tres “indígenas” (29%) por cada “blanco” (10%), pero una clara mayoría “mestiza” (59%).

Durante el salto demográfico del último siglo hasta los 126 millones, la simiente plantada por España en América casi ha cerrado el ciclo colonizador: cerca de 95% de los mexicanos se expresa en lengua castellana y no se identifica como indígena ante el INEGI.

De Negro e India, Loba. Cuadro atribuido a José de Ibarra. Escuela Pintura de Castas.

 

¿Qué quedó del complejo imperio azteca y los aztecas mismos? Muy poco. Un tono moreno predominante en la piel, los fósiles vivos de unos sesenta dialectos, arquitecturas paleolíticas, sabores y olores endémicos, huipiles y xucs reivindicados en seda por artistas,  políticos e intelectuales snobs, académicos muy acreditados de “lo indígena”… No gran cosa. De hecho, apenas un vigésimo de los mexicanos tiene hoy por idioma principal una lengua prehispánica y menos de un décimo sabe hablar alguna. Poco más que nada en términos civilizatorios.

El este año del bicentenario de la independencia de México y quinto centenario de la conquista, lo más sensato sigue siendo lo que quería el indio Benito Juárez: que los indígenas dejaran de serlo y felizmente se confundieran en la mexicanidad, en vez de perpetuar la segregación.

De Español y Negra, produce Mulato, por José de Páez. Escuela pintura de castas.

 

Reconocer el hecho fatal de la conquista: que fue irreversible desde el principio, es un primer paso para reconciliar a los nuevos mexicanos, a los no “indígenas” consigo mismos y nuestro fantástico y trágico origen. No hemos sido los mestizos nunca indígenas prehispánicos, sino algo nuevo y diferente cuya historia propia comenzó el 12 de octubre de 1492.

De Lobo e India, Cambuja. Cuadro de José Joaquín Magón. Escuela pintura de castas.

Moraleja dos. El ser de los actuales mexicanos, yankis o brasileros hunde su raíz en las bibliotecas, la religión, el arte, los hábitos de convivencia, todo lo cual remite básicamente a la cultura europea. Somos pueblo que no existía cuando cayó Tenochtitlán hace ya medio milenio. Uno cuya raíz principal -así como de Estados Unidos y Brasil, la Argentina y Canadá- está muy lejos del suelo que pisamos.

Allá en Europa: al otro lado del mundo.

De Mestizo e India, produce Coyote, por Juan Rodríguez Juárez. Escuela pintura de castas.

 

BUSCAPIÉS

¿USURPACIÓN SIMBÓLICA?  Y eso que el hermano consentidor e hijo predilecto de Macuspana, mejor conocido como “El Peje”, lleva apenas 25 meses en goce del poder. Que si no, Jesús Estrada Ferreiro no habría invitado a los demás ni de reparto al mural encargado a un chico de nombre Aldo por el alcalde culichi. En el mural de Culiacán, López Obrador aparece en primer plano, más cabezón y a la par de un don Benito casi gemelo que con gesto de Niño Héroe porta una bandera que Hidalgo y Morelos ni conocieron. Otro escolta segundón, Madero, quien sabe si lo aprobaría. Sólo Cárdenas, el artífice del priato o “dictadura perfecta”, apoyaría creo (aunque un poquito celoso) esa obrilla icónica de la 4T.

Un alcalde y un pintor. FOTO elgrafico.mx

 

El precedente del ditirambo plástico del tal Aldo es la campaña de propaganda -puesta en marcha al día siguiente de la votación de 2018, a meses de la toma de posesión- enfocada en la idea de que AMLO era “el mejor presidente de la historia de México” ya, desde entonces. Así se forjan los mitos… Y también el culto a la personalidad del gobernante. El de Stalin en material de hierro; el del barbudo Fidel, en saliva; el del socialista y nacionalista Adolph, en cerveza y ondas hertzianas; a Mao lo ponían siendo octogenario a nadar en el Río Amarillo… Los Kim fueron más lejos aun: lo mismo Papá que Hijo y Nieto son considerados semidivinos por su amado pueblo animista (aunque oficialmente ateísta), desde circa 1955 y hasta la fecha.

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