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Assange, Commander y Periodismo /Paul Lara
¿Cuál es el delito por el que Estados Unidos quiere extraditar a Julian Assange y darle 175 años de prisión? Revelar las atrocidades de este país en la guerra, dar a conocer documentos que lo muestran, no revelar la fuente de esta filtración y seguir presionando para obtener más información que publicar. El delito es hacer periodismo, algo que muchos países dicen respetar, cuidar, impulsar, pero que cuando se ven afectados sus intereses buscan cómo castigar, frenar y callar.
México no es la excepción y todos los días vemos los ataques a la prensa “desleal”, a aquella que hay que llevar a la santa inquisición, que frena la nueva era de transformación que crea más pobres, aumenta las tasas de homicidios y abraza al crimen organizado. Este país, que ofreció refugio a Assange, posiblemente para después entregarlo a Estados Unidos tal cual como pasó con Christopher Doyon, alias Commander X, quien siendo refugiado político fue sacado al país a escondidas y entregado a las autoridades de ese país sin que el gobierno mexicano diera una explicación y se mantenga sin tocar el tema.
Los “delitos” de dos hacktivistas y periodistas ciudadanos nos muestran más el peligro que corre nuestra profesión: revelar crímenes, mostrar que las cosas no se hacen bien, que hay corrupción, entre muchas otras, se paga caro. El derecho a publicar material filtrado de interés público es sufrir un golpe devastador y por ello se prefiere callar, esconder, evadir, como lo hace la prensa británica en el caso Assange y la prensa estadunidense en el caso del Commander X. ¿Qué futuro estarán teniendo los periodistas más jóvenes cuando sepan que su buen trabajo se castiga severamente? Por eso muchos medios, sobre todo los seudomedios que abundan en internet, están llenos de mediocres que se dicen periodistas.
En el caso Assange, el hecho de que Estados Unidos sea un aliado de Gran Bretaña es quizás una de las razones por la que se calla el caso y sólo muy pocos hablen de este tema, el de su extradición ilegal a Estados Unidos. Eso no debería hacer ninguna diferencia en lo que respecta a los medios británicos. Lo mismo pasa en el caso de México: ¿Quién ha presionado por esclarecer el caso del Commander X? Sólo unos pocos nos hemos adentrado a explicar sobre su entrega ilegal a Estados Unidos. ¿Terminarán como sucedió con John McAfee, prefiriendo el suicidio a una larga condena en EU?
Estos casos representan un ataque al periodismo y la responsabilidad democrática. Las autoridades británicas pueden rechazar la extradición de Assange. De hecho, más de 160 expertos legales escribieron al gobierno del Reino Unido el mes pasado, alegando que están obligados por el derecho internacional a rechazar la solicitud de EU.
A estos abogados se unen activistas de derechos humanos y profesionales de la salud que han quedado conmocionados por el trato de Assange bajo custodia británica y temen que sus derechos se violen aún más si lo envían a EU.
La Unión Nacional de Periodistas apoya a Assange. La secretaria general Michelle Stanistreet ha advertido que los cargos plantean una amenaza que podría “criminalizar la labor crítica de las fuentes de investigación”.
Assange está acusado por Estados Unidos de conspirar con la denunciante Chelsea Manning para piratear una computadora del Pentágono. La acusación de Estados Unidos dice que Assange acordó intentar descifrar una contraseña (un intento que no tuvo éxito). Fundamentalmente, la acusación también señala a Assange por acciones que no son diferentes a las prácticas estándar del periodismo.
La acusación formal alega que “Assange y Manning tomaron medidas para ocultar a Manning como la fuente de la divulgación de registros clasificados”, como haría cualquier periodista profesional. “Assange animó a Manning” a proporcionar la información. Nuevamente, así es como actuaría un periodista.
Para los que trabajamos en esta profesión, nos alerta que se sugiera que estas acciones son de alguna manera criminales, pues son medidas que tomamos habitualmente en una investigación donde nos comunicamos con fuentes confidenciales para recibir información clasificada de importancia pública.
Penalizar la protección de las fuentes evitará que los denunciantes se den a conocer y pondrá en riesgo a periodistas y editores.
Las generaciones futuras nunca perdonarán a la generación actual de periodistas, a menos que mejoremos nuestra exigencia a trabajar libres y luchemos para detener la extradición de Julian Assange y exijamos al gobierno mexicano explicar por qué se entregó al Commander X a Estados Unidos, siendo éste un refugiado político.
ENLACE
Assange, Commander X y el futuro del periodismo /Paul Lara, Excélsior (México), 22 de Agosto