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Amagan Cárcel a Periodistas / A. Borensztein (Argentina)
Menos mal, amigo lector, que yo nunca escribí sobre política porque quienes lo hicieron deben estar muy preocupados. Y dadas las versiones que preanuncian la inminente detención de periodistas quiero aclarar rápidamente que las humildes pavadas mundanas que aparecen en esta columna son escritas por un simple arquitecto.
No soy periodista, ni lo quiero ser. Dios me libre y guarde. No conozco a Majul ni jamás lo vi en mi vida. Tampoco conozco a Longobardi ni a Lanata ni a Leuco padre ni a Leuco hijo ni a Wiñazki padre ni al querido Wiñazki hijo ni a Jonny Viale ni a Fernández Díaz ni a Van der Kooy ni a Roa ni muchísimo menos a ese tal Kirschbaum. Tampoco a Mariana Fabbiani ni a ningún otro integrante de la asociación ilícita denunciada por Cristina. Ni tengo la menor intención de conocerlos. Y al único Santoro que conozco es a Pepé, el legendario arquero de Independiente.
Es más, debo reconocer que en momentos como los que estamos viviendo uno tiene más tiempo para repensar algunas ideas y modificar preconceptos al punto de darse cuenta, por ejemplo, que al final el kirchnerismo no es tan malo. De hecho, si le ponés onda descubrís que son un derroche de virtudes.
Las circunstancias hacen que uno cambie de paradigma. Antes me parecía que los grandes empresarios eran Elon Musk, Bill Gates o Jeff Bezos. O Marcos Galperín, para dar un ejemplo más cercano. Pavadas.
Hoy me doy cuenta que no hay mejor ejemplo empresarial que Cristóbal López y Fabián de Sousa. Dos grandes. Sacá del medio Ted Turner.
Y por supuesto, mi líder sindical preferido es el Gran Hugo Moyano. Vos, Lech Walesa, no existís y vos Jimmy Hoffa, reaparecé y vení a desafiarlo si sos tan guapo.
La cuarentena te permite pensar más claro. Hemos perdido el tiempo admirando a legisladores como Alfredo Palacios o Lisandro de la Torre. O Robert Kennedy para buscar ejemplos de afuera. Digamos la verdad: ninguno de estos tres le llega a los talones a Rodolfo Tailhade o a Eduardo Valdés. Dos lujos que se da la República.
Si yo fuera Tristán Bauer (nombro al gran director y me pongo de pie), ya iría haciendo el videíto documental de cada uno de ellos para que Cristina lo difunda por Instagram o algún otro canal institucional de los que frecuenta. Dicho sea de paso, no sé qué espera para arrancar en Tik Tok.
De todos modos, más allá de que uno vuelve a enamorarse del proyecto nacional y popular que había bajado la pobreza al 4% como bien dijo Cristina en la FAO en 2015, no hay que perder la independencia de pensamiento y la libertad de disentir cuando no se está de acuerdo con algo.
Por ejemplo, uno no coincide con la recurrente idea de Cristina de que Parrilli es un pelotudo. Eso de “hola pelotudo”, “soy yo Cristina, pelotudo”, “donde estás pelotudo”, “me calienta que seas tan pelotudo”, me parece un abuso horrible.
Si bien esta semana Parrilli dijo que “Lanata es al periodismo lo que Alfredo Astiz es a los Derechos Humanos”, no debemos quedarnos con esta primera impresión. Además tal vez Parrilli tenga razón ya que, como todo el mundo sabe, él fue diputado menemista cuando el menemismo indultó a Videla y a Massera. O sea que del tema, algo entiende.
Sin embargo, Cristina debería darle otra oportunidad para que el tipo demuestre que no es tan pelotudo como ella cree.
También debemos tener otra perspectiva sobre los episodios que se están viviendo este fin de semana en El Calafate. Veamos la parte positiva.
Cristina, la vicepresidenta de la Nación es la mamá de Máximo, el diputado nacional y jefe del bloque. Y al mismo tiempo es cuñada de Alicia, gobernadora de Santa Cruz quien a su vez es la mamá de Romina, la fiscal de esa provincia. Eso quiere decir que cualquier conflicto institucional que enfrente la República se puede resolver en una cena de Navidad.
O podés definir el realineamiento internacional de la Argentina en el cumpleaños de un primo. No cualquier país se puede dar ese lujo.
Soplan nuevos vientos en la Patria y hay que estar atentos. No sé qué espera APTRA para retirarle el Martín Fierro de Oro a Marcelo Longobardi y entregárselo al Gato Sylvestre, Duggan, Navarro, Bercovich, Llorente o cualquiera de los otros conductores de C5N que tienen una trayectoria mucho más exitosa. A lo sumo habrá que retocar la estatuilla y dibujarle una barba candado.
No sé si estos párrafos alcanzan para evitar que los jueces, los fiscales y el resto del gobierno se metan con esta página, pero por las dudas vamos a dejar los comentarios políticos por otra oportunidad. Mejor hablemos de perros.
¡Dylan! ¡Balcarce! Vengan para acá. ¡¡Sit!! ¿Se conocen? Él es Balcarce, el perro croto de un gobierno finoli… y él es Dylan, el perro finoli de un gobierno de crotos.
Creo que llegó la hora de que trabajen juntos.
ENLACE
Dylan & Balcarce, la historia los convoca / Alejandro Borensztein, Clarín (Argentina), Julio 5