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Buendía, Granados, AMLO y Bartlett /J.M. Asai (La Crónica)
Buendía, Granados, AMLO y Bartlett /Juan Manuel Asai, La Crónica (México), 24 Abril
López Obrador está en su derecho de descalificar el trabajo de la prensa nacional, y la prensa nacional está en su derecho de criticar el desempeño de Andrés Manuel como Presidente.
El problema es que esta relación, la del poder con los medios, se da en un contexto en el que las filias y fobias repercuten en la sociedad en su conjunto. El ejercicio del periodismo es esencial para la democracia. La prensa forma ciudadanía. Unos ciudadanos bien informados son la base de la democracia.
Si el Presidente aspira a que la prensa sea caja de resonancia de sus dichos, vulnera la democracia que se construye a partir de la crítica y el disenso. Esto supone la circulación de voces distintas al discurso oficial.
El Presidente es el principal vocero institucional del país. Reúne todos los días a los reporteros a las siete horas en Palacio Nacional donde habla hasta que se cansa. La información generada va directo a los medios electrónicos e impresos y, claro, a las redes sociales. El Presidente domina la agenda. Pone y quita los temas de los que se habla a lo largo del día. Su presencia mediática es abrumadora.
Pero no tiene llenadera. Su apetito es voraz.
Quiere también las primeras planas, quiere fotos en las que se vea bien, quiere crónicas de color de los antojitos que se come, quiere artículos y columnas que ensalcen sus ideas y sus logros, quiere ser el sol, la luna y las estrellas, quiere un busto de mármol en el panteón cívico. Como eso no ocurre y hay grupos e individuos que tienen una opinión diferente, que defienden intereses distintos y lo critican, entonces el Presidente monta en cólera y regaña a los medios.
Se entiende que se sienta presionado. Las encuestas que durante largos meses lo apapacharon ya no le sonríen. De hecho, comienzan a fruncirle el ceño y los problemas, mayúsculos, se le amontonan sin que él acierte a tomar otras decisiones que no sean las mismas de siempre. Le está yendo mal y le irá peor.
Buscando a quien culpar no se mira al espejo, sino que señala a la prensa que se porta mal pues sólo cuatro columnistas hablan bien de él, por algo será.
El asesinato de Buendía. De su alocada reflexión del martes, es interesante rescatar que para López Obrador dos de los mejores columnistas que hemos tenido son Manuel Buendía y Miguel Ángel Granados Chapa. Muy destacados sin duda. Lo raro es que admirándolos haya decidido nombrar a Manuel Bartlett titular de la CFE, a pesar de estar vinculado con el asesinato del autor de “Red Privada”.
No lo digo yo, lo dijo y lo escribió en su momento el propio autor de “Plaza Pública”.
A Manuel Buendía lo mandó matar José Antonio Zorrilla, titular de la Federal de Seguridad y un empleado directo de Bartlett, que en 1984 era secretario de Gobernación y ahora es parte del gabinete ampliado de la 4T. De lo anterior se desprende que no es cierto que AMLO respete el legado de esos dos columnistas.
De hecho, al nombrar a Bartlett en su equipo, los menosprecia. Los mencionó el otro día para hacer sentir mal a los columnistas en activo que no lo adulan.
Nadie en su sano juicio puede ni siquiera imaginar que si hoy estuvieran en activo, Buendía y Granados se sumarían a los cuatro que ensalzan a Obrador. Nadie puede imaginar eso, excepto, lo dije, los que no están en su sano juicio.
Link https://www.cronica.com.mx/notas-buendia_granados_amlo_y_bartlett-1151884-2020