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Carta de AMLO a los Reyes y el Papa

Cosa muy distinta es reconocer que la Conquista nos trajo a los mexicanos un nuevo dios hebreo, un alfabeto latino, instrumentos, técnicas y métodos novedosos de producción e instituciones sociales españolas de raíz grecorromana; que deducir de esas fatalidades benéficas un fantasioso “encuentro de dos mundos”. No es justo ni sensato soslayar que la conquista de América por las coronas católicas de España y Portugal implicó además (¿sobre todo?) un genocidio brutal, desmesurado, escalofriante, resumido en la insensatez de cambiar en el plazo mínimo de una generación los dioses de los aborígenes a nombre de una religión monoteísta.

No hay forma de evadir el lado oscuro del origen de México y Latinoamérica. Ni se antoja socialmente sano pervivir en la fantasía de un encuentro (palabra que admite el choque, la riña, la discusión y hasta la pelea) más o menos pacífico entre partes con voluntad soberana. Así por ejemplo, la supuesta alianza entre Cortés y Xicohténcatl “El Viejo” queda desmentida cuando, al iniciar el asedio de Tenochtitlán, pasada ya la Noche Triste, el conquistador colgó de un árbol de Texcoco a Xicohténcatl “El Joven”, el hijo favorito del cacique de Tlaxcala. Eso no se le hace a un verdadero aliado.

Por supuesto me han gustado los reclamos del presidente de México a España y El Vaticano en nombre de los aborígenes de 1521. Me encantó asimismo que recordara, sobre todo a los propios mexicanos, que lo mismo que al decapitado académico Hidalgo la iglesia católica también excomulgó al arriero fusilado Morelos. Es importante tomar conciencia de la extraña circunstancia de que héroes centrales de los mexicanos como Hidalgo, Morelos, Madero, Zapata, Carranza y Villa, fueron derrotados y asesinados.

En un video subido desde Comalcalco, Tabasco, en el que aparece acompañado de su esposa Beatriz Gutiérrez, el presidente informó haber enviado a Francisco y el rey Felipe VI una carta en la que les pide “se haga una relación de los agravios y se pida perdón a los pueblos originarios”. “Lo cierto es que fue una invasión”, dice López Obrador sobre el fondo de una pirámide de ladrillos pegados con conchas marinas. Tiene razón.

Un antecedente de la petición de AMLO al papa y los reyes borbones es la solicitud planteada por Trudeau a Francisco de pedir perdón, en nombre de la iglesia católica, por los abusos de sacerdotes a los indígenas canadienses entre los siglos XIX y XX. El suceso que implica a niños de las tribus Inuit y Méti, separados de sus familias para internarlos en colegios religiosos, recuerda una práctica similar empleada durante la evangelización y conquista de la actual Latinoamérica. Enfrentaron a los niños adoctrinados contra sus familias.

En un reporte de 2015, la Comisión de Verdad y Reconciliación de Canadá hizo 94 recomendaciones entre las cuales la exigencia de que el Papa emita una disculpa formal a los descendientes inuit y méti por “el papel (de la Iglesia) en el abuso espiritual, cultural, emocional, físico y sexual” a los niños indígenas.

Por supuesto el reclamo de López Obrador halla límites.

Uno es que también los aztecas tenían un imperio que seguramente habrían expandido a ultramar si hubieran desarrollado antes la tecnología alcanzada por los europeos del Renacimiento. El que se lleva se aguanta.

Otro límite del reclamo choca con el indigenismo oficial por cuanto cuestiona lo que vieron los españoles al entrar en contacto con los indígenas americanos. Al respecto me he preguntado cuánto pudo influir en la decisión política de evangelizar en una lengua incomprensible y masivamente a los nativos, el espectáculo macabro, extendido desde La Florida hasta Sudamérica, de los sacrificios humanos y el canibalismo.

¿Cómo podía dudar un cristiano de la época de la non Santa Inquisición que había desembarcado en la antesala del infierno?

Vistas así las cosas vale preguntarse si López Obrador debió pedir además a los indígenas actuales que se disculpen ante la memoria de las víctimas del teocalli prehispánico, por el horror y por la violación total de los derechos humanos de los desmembrados. Alguno de los académicos que le rodean podría explicar al presidente que traslapar cinco siglos la moderna noción de DH acarrea algunas dificultades técnicas. De hecho, en esa época ningún gobierno respetaba los derechos de casi nadie. Mucho menos en la América precolombina.

Lo más interesante es que el presidente de España, el izquierdista Pedro Sánchez acaba de rechazar “con toda firmeza” la versión de AMLO al tiempo de lamentar que la carta al rey del 1 de marzo haya sido publicitada por el presidente de México. El hecho trágico de la Conquista se pone de moda cuando faltan dos años para cumplirse cinco siglos desde ese acontecimiento que cambió para siempre la dieta del mundo y cuya globalización hizo posible.

COHETERÍA

PÉREZ VS AMLO  Esta tarde el autor de La Reina del Sur y académico de la Real Academia Española, Arturo Pérez-Reverte, insultó al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a propósito del video donde el mandatario alude a una carta en la que pide al rey de España, Felipe VI, y el papa Francisco que ofrezcan una disculpa a dos años de la conmemoración de la conquista culminada por Hernán Cortés en 1521.

“Que se disculpe él que tiene apellidos españoles y vive allí. Si este individuo se cree de verdad lo que dice, es un imbécil. Si no se lo cree, es un sinvergüenza”, escribió Pérez en sus redes sociales.

Estoy con AMLO. Porque en muchas comunidades mexicanas tal vez un millón de personas se comunica principal o exclusivamente en una lengua prehispánica. No son pocos. AMLO no es indígena pero puede hablar a nombre de ellos por ser presidente -y porque sí, como usted y yo podemos defender a cualquier víctima que fue abusada o lo está siendo en lugares remotos. Una disculpa por el hecho horrendo de la Conquista, el genocidio de pueblos casi indefensos en nombre de Jesús y la imposición en el lapso de una generación de un dios monoteísta del Medio Oriente, no quita lo valiente a la España clerical y absolutista que vio a los aborígenes como Hitler a los judíos: indignos de una vida propia.

No sé si podían los fanáticos de la Reconquista desentenderse de los sacrificios humanos y el canibalismo; mas ¿en qué desmerece Pérez si admite el hecho monstruoso que nos trajo a los mestizos como AMLO y su servidor el alfabeto y la rueda, la metalurgia y el arado? ¿Qué le cuesta al académico bajarse de la nube fantasiosa de la “gran España”?

Una disculpa ante tal genocidio es un mero deber de cortesía, como los pésames en los funerales.

PARADOJA DEL CHE  La historia amputada o mocha de la izquierda comunista contiene en Latinoamérica la notable paradoja del Che Guevara. Tal contradicción consiste en leer como hechos heroicos las incursiones del médico guerrillero en Guatemala y Cuba, y del exministro de Fidel Castro en el Congo y Bolivia.

Tal paradoja es confirmada por el silencio cómplice en torno al injerencismo armado del régimen de La Habana contra incontables naciones soberanas de América y ante el guerrerismo binacional de grupos como las FARC y el ELN en la frontera de Colombia y Venezuela; mientras, por otro lado, se condena el desembarco de disidentes democráticos en Bahía de Cochinos y la posibilidad de una intervención externa contra la dictadura de Nicolás Maduro.

Foto de Korda titulada ‘Guerrillero Heroico’, 1960. (Wikipedia)

 

Un biógrafo del Che, el también argentino Nicolás Márquez, publicó en 2017 un retrato que confirma y completa otro bosquejo armado a contracorriente del castrismo sobre el mítico Savonarola latino. El título del libro, “El Che Guevara: la Máquina de Matar”, tomado del propio biografiado, resume lo que la historieta “de izquierda” sigue empeñada en minimizar.

“Era su anhelo y creo que lo alcanzó”, sostuvo el historiador argentino al presentar una tercera biografía suya sobre el guerrillero en el programa televisivo de Eduardo Feinmann (disponible en You Tube).

“Tenemos que convertirnos en una fría y selectiva máquina de matar, nuestros soldados tienen que ser así”, cita Márquez un comunicado con firma de Ernesto “Che” Guevara aparecido en 1967 en Granma , el periódico oficial de la naciente dictadura de los Castro Ruz. “El odio intransigente al enemigo nos debe convertir en una máquina de matar”, reitera.

Cuenta Márquez en el marco de la entrevista que la mayoría de los fusilamientos del Che “no fueron en combate”. En combate, explica, fusilar puede ser parte de las reglas del juego, lo que no fue el caso. “No, no. Eran homicidios a sangre fría. Por ejemplo, él tenía una particularidad, anotaba todo lo que hacía en su diario personal. En el diario de Sierra Maestra confiesa y cuenta con detalles técnicos, pues era médico: Tuve que resolver este problema pegándole un tiro, la bala penetró en el omóplato, perforó tal tejido, en fin. Catorce homicidios, lo dice el Che en su diario personal. Y se le atribuyen trece homicidios en un poblado, en Santa Clara, pero estos son episodios menores”.

“Lo más complicado, lo más impresentable en la biografía de Guevara” –añade- “es cuando se produce la revolución y entonces pasa a comandar un campo de concentración para el exterminio de disidentes, el conocido campo “La Cabaña”, en La Habana, una fortaleza militar. Ahí se le atribuye disparar de puño a 165 disidentes. Gente colocada en un poste a ejecución.”

-“Tan terrible asesino está en las remeras (playeras) de millones de personas en todo el mundo, como si fuera un gran tipo”, planteó Feinmann.

Biógrafo Márquez con conductor Feinmann, en 2017.

 

Márquez recordó que tras la ejecución del hombre que a tantos hombres inermes mató a hierro, su manual de “violencia revolucionaria” se expandió hasta la Argentina por vía de dos grupos armados, el peronista Montoneros y sobre todo el maoísta Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) que intentó hacer un Yenán en la provincia de Tucumán.

“Hoy en día el Ché Guevara es un personaje muy travestido. Es visto como un personaje ecológico, multicultural, ícono de las marchas gays, ícono del pacifismo trasnacional, un personaje que se utiliza para cualquier empeño”, apuntó el biógrafo.

-Qué raro que los gays justamente, lo tengan como un ícono ¿no? Porque tanto Fidel como el Che, y todo lo que es la legislación cubana es muy dura con los gays –replicó Feinmann.

“Bueno, el primer campo de concentración para rehabilitación de homosexuales lo creó el Che Guevara en la península de Guanahacabibes”, respondió Márquez. “La consigna era: La revolución no necesita peluqueros y el trabajo os hará hombres. Eran sometidos entre doce a dieciocho horas a trabajo forzado, de lunes a sábado; los domingos tenían descanso. Ellos creían en una superstición muy propia de los totalitarismos, en este caso en el ‘hombre nuevo socialista’.

El hombre nuevo tenía que ser una máquina de acero, un hombre entregado, el superhombre en clave marxista.”

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