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Covid y Proselitismo en México

Para Martín Ruiz

 

Ayer un verdadero experto en padecimientos respiratorios, el médico John R. Balmes, profesor de Berkley y la UCLA y galeno en el Zuckerberg San Francisco General Hospital, publicó en The Washington Post un artículo sobre la política de Trump hacia la epidemia. Lamenta, dados los  brotes epidemiológicos precedentes, la imprevisión de su presidente (en realidad también de Obama) ante el Covid-19.

Acerca de dichos antecedentes, Balmes refiere la primera pandemia de nuestro siglo causada en 2002-2003 por el SARS CoVo o Síndrome Respiratorio Agudo Severo (Severe Acute Rrespiratory Syndrome) originado en Guangdong, al sur de China, y transmitido al hombre por distintas especies animales entre las cuales el gato civeta del Himalaya.  Asimismo el coronavirus MERS-CoV o Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (Middle East Respiratory Syndrome), causante de la pandemia de 2012 surgida en Jordania y Arabia Saudita, transmitido a los humanos por camellos dromedarios que a su vez lo reciclaron de cerdos y murciélagos. Y recuerda que entretanto, hubo “brotes periódicos de gripe aviar”.

Los coronavirus de las últimas dos décadas representan zoonosis o transmisiones virulentas entre animales que finalmente pasaron al hombre. Ante ello, Holmes reprocha a su presidente no haber tomado a tiempo algunas precauciones de sentido común, como son la disposición de mascarillas y batas suficientes en los inventarios del sector salud.

En su conclusión, el epidemiólogo se dirige a Trump con estas palabras: “Permítame decirle como médico que atiende a pacientes en un hospital público con red de seguridad, señor presidente, que nunca tuvo la pandemia Covid-19 bajo control. Le preocupaba más el mercado de valores que la pandemia”. Remata: “Fue una emergencia de salud pública que no se tomó en serio hasta que fue demasiado tarde y el resultado ha sido una amplia propagación comunitaria. Se han perdido vidas en todo este país debido a que no tomó en serio lo que sus expertos en salud pública e inteligencia estaban tratando de decirle”.

En este punto me pregunto si el presidente de México hubiera tildado de “provocador”, “conservador” o “adversario” a Balmes si hubiera dirigido los reproches a él en vez de a Trump.

Tres semanas atrás, el 12 de marzo el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell dio una entrevista a la periodista Peniley Ramírez. Para entonces el gobierno de López Obrador había reportado escasos 12 casos en México. En su columna de El Universal del pasado 27 de marzo, Ramírez da testimonio de la actitud asumida durante la entrevista por el comandante en jefe del combate contra el Covid-19. El funcionario se quejaba entonces de que casi ningún periodista asistía a su propia conferencia complementaria de la matutina del presidente.

“Cuando vengo en la tarde a la nocturnera, está vacío. Hay seis periodistas ahí. Entonces vienen a la mañanera, dicen que no hay información, cuando todos los detalles los damos a las 7 de la noche”. Enseguida, López-Gatell exhortó a los periodistas que su jefe el presidente ataca sin descanso en medio de la pandemia: “Vengan, hagan su chamba y reporten. Es un tema técnico que, si lo politizamos, si lo contaminamos, vamos a hacer un daño a todos”.

López-Gatell en la nocturnera del viernes 3 de abril. FOTO Germán Espinoza, El Universal

 

Hoy, viernes 3 de abril, cabe preguntar quién está politizando la pandemia en México. Tengo presente una imagen de López-Gatell repitiendo en su nocturnera la consigna electoral “Es un honor /estar con Obrador”. Ningún científico serio haría algo así… ¿Habrán calculado el presidente y su subsecretario que el Covid pudiera redituar ventajas políticas? Ventajas politiqueras -en palabras del titular de Ejecutivo- derivadas del control de la información, por ejemplo.

Para colmo, una coincidencia sospechosa. En la nocturnera de este viernes, López-Gatell desestimó la carencia de suficientes mascarillas en México al afirmar que los cubrebocas “dan una falsa sensación de seguridad”. Esa misma frase, descontextualizada por Gatell, aparece en el artículo de Balmes del jueves: “la mayoría de estas mascarillas de tela brinda poca protección real contra la nueva infección por coronavirus y pueden dar a los proveedores de atención médica una falsa sensación de seguridad cuando trabajan con pacientes potencialmente infectados” (most cloth masks provide little actual protection from novel coronavirus infection and may give health-care providers a false sense of security when working around potentially infected patients).

¿Se aprovechará López-Gatell de que AMLO no sabe inglés para apantallarlo?

Son hechos innegables que así como Trump y Bolsonaro, el presidente mexicano y su subsecretario han soslayado y restado importancia a la pandemia. Ahí están los amuletos (detentes, tréboles de cuatro hojas, un billete de dos dólares) recomendados el 18 de marzo. Todavía el 23 de marzo, nueve días después de la entrevista de López-Gatell con Ramírez, insistió López Obrador en un video: “Sigan llevando a la familia a comer, a los restaurantes, a las fondas. Yo les voy a decir cuándo no salgan”. Otro dato duro es que sigue enfrascado el presidente, en abierto desacato a las restricciones que el subsecretario recomienda al resto de los mexicanos, en su proselitismo preelectoral permanente, saludando a simpatizantes de mano y sin tapabocas. López-Gatell no se atreve a contradecirlo…

Igual se comporta su grupo más cercano, a imitación del jefe máximo y del subsecretario. Entre 13-15 de marzo se celebró en la capital del país, con autorización de Claudia Sheinbaum, el festival Vive Latino que reunió a miles de jóvenes mexicanos y algunos de otras naciones. El 25 de marzo, el multimillonario gobernador morenista de Puebla, Miguel Barbosa, dijo a los poblanos que “los pobres estamos inmunes” ante el virus; y dos semanas antes, el 14 de marzo se había burlado de las precauciones implementadas por la alcaldesa de Puebla, Claudia Rivera (PRI), al anunciar una vacuna consistente en “un plato de mole de guajolote”.

Más recientemente, la segunda en jerarquía del gobierno de López Obrador, Olga Sánchez Cordero (Segob), regaló a un gobernador que dio positivo al Covid, Omar Fayad (PRI), unas “gotas mágicas” compuestas –explicó el 1 de abril el mandatario hidalguense- de “nanoparticulados en gotas con extractos cítricos, terpenos, flavonoides, naranjina y vitamina C”. Las nanopartículas miden un millonésimo de milímetro; los terpenos son aceites naturales presentes en animales y plantas, muy abundantes en la mariguana a cuya planta sirven para atenuar la desecación y segregar un olor que ahuyenta a los depredadores; los flavonoides son compuestos vegetales con propiedades antimicrobianas y anticancerígenas que además reducen los riesgos cardiacos; y la narinjina (que no “naranjina” aunque también se encuentra en las de la naranja ) otro flavonoide muy abundante en las cáscaras de los cítricos.

López-Gatell, el técnico con vocación de político que exige a los periodistas y exhorta a los ciudadanos a guiarse por sus propias recomendaciones, nada opuso a ninguno de tales dislates. Ni aprobó ni descalificó, sólo calló.

¿Acaso descubrieron en la pandemia, los López, una ocasión de sacar raja política? El miércoles de esta semana, en plena emergencia sanitaria López Obrador volvió a dedicar buena parte de su mañanera a embestir a los que llama “conservadores” (cada vez va quedando más claro que lo somos todos los mexicanos que no tenemos credencial de MORENA y osemos discrepar de su opinión).

Así las cosas, ¿qué si no politiquería hay en la explicación de López-Gatell del por qué era innecesario hasta el 16 de marzo hacer la prueba de Covid al saludador López Obrador, con el seudo argumento de que “la fuerza del presidente es moral, no una fuerza de contagio”? ¿De qué van tantas incoherencias de los principales funcionarios implicados en el combate al coronavirus: del presidente, su comandante en salud, su segunda de a bordo y uno de sus gobernadores?

A la vista de tantas tonterías y del imparable proselitismo preelectoral del presidente de México, resulta inevitable cuestionar si en eso, en sacar raja, pensaba López Obrador cuando remató la semana que termina con la extraña declaración de que el coronavirus “vino como anillo al dedo”. Al momento de redactar esta entrega, El Universal informa que el Covid 19 ha matado ya a 60 mexicanos e infectado a 1,688, y que hay 5,398 casos sospechosos. Como que son demasiadas víctimas para congratularse de que un anillo encaje en cualquier dedo ¿qué no?

COHETERÍA

En tal contexto, mientras el mundo está en vilo por el terrible impacto económico del virus sobre la economía global, el presidente de México vuelve a colocarse a contracorriente de las previsiones asumidas por los gobernantes de otras naciones. Esto en un país donde la informalidad y los pobres representan más de 50% del empleo y de las familias, respectivamente.

Hasta ahora López Obrador es el único mandatario de la OCDE que carece de una política de apoyo a las empresas de las que depende el empleo formal que -según datos del IMSS- se halla en picada desde mediados de 2019. México decreció sin Covid-19 un 0.1% en el primer año del sexenio; y esta semana, ya con el virus encima, su secretario de Hacienda ha reconocido que el PIB podría contraerse 3.9% en el balance del año. Otras previsiones de calificadoras globales han duplicado dicho pronóstico negativo; un profesor del ITAM especializado en economía, Mauricio Schettino, indicó en su columna del diario El Financiero que no habría sorpresa si decreciera hasta 20%.

Pasado mañana será pues un día clave. López Obrador anunciará el domingo las medidas que decida implementar ante la inminente recesión económica. Si persistiera en su propósito visible de privilegiar el proselitismo preelectoral, la ideología del presidente resultará fatal para México. Tanto, si no más, que el séptimo de los coronavirus.

ADENDUM PLM

La columna de Porfirio Muñoz Ledo publicada este sábado por El Universal es extraordinaria en un mal sentido, y justifica el presente agregado. Es curioso que un alcohólico senil se presente como profeta del mal total en México. Y también sintomático.

El coronavirus realmente pone en riesgo el ideal liberal en favor del ideal estatólatra y totalitario. El Gobierno, el dios de los sujetos que no hallan sentido a su vida única y efímera si no es controlando y sujetando al prójimo, al vecino y los desconocidos, cobra nuevo impulso merced a la tragedia en curso. Nada nuevo en realidad, pues en el mundo (como lo ilustra la asamblea de la ONU) han sido siempre y siguen siendo hoy una inmensa mayoría los dictadores, dictadores perfectos y otros imperfectos que tienen en común con los segundos la simulación intencional de la democracia. Los perdedores de la Guerra Fría buscan revancha y esta vez atisban su oportunidad a lomos de un virus microscópico. Su ideal sigue siendo el de Luis XIV: “El Estado soy yo”. No, la guerra de los colectivistas contra las libertades naturales del individuo que están en el centro de la filosofía que hizo plenamente sapiens sapiens a nuestra especie, la filosofía griega, no terminó con la caída del muro comunista de Berlín. La campaña de adoctrinamento masivo obrada durante el siglo XX por el imperio URSS en el tercer mundo y Europa, nunca fue revertida. No hubo crítica, sólo se ocultó en espera de mejor ocasión. Los marxistas cambiaron de piel, sólo de piel, pero siguen agazapados en espera de una oportunidad. Ahora quieren sacar raja del Covid (“vino como anillo al dedo”). Vamos a derrotarlos de nuevo porque la libertad personal es un ideal inextinguible como quedó claro en los campos de concentración de los socialistas Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot, Kim, Castro Ruz, Xi, Putín, Xi y tantos huevos más de la serpiente totalitaria que pretende que el Estado y su cabeza el Gobierno son dueños de las personas de carne y hueso que vivimos vidas únicas, irrepetibles y fugaces. Las garantías de un mundo civilizado poblado por personas que no toleramos un padrastro gubernamental ni para nos ni nuestros hijos, siguen siendo las mismas del siglo XX, un puñado de sociedades abiertas fundadas en leyes y no en los caprichos del Rey Sol en turno: Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, algunas del norte de Europa, el nuevo retoño Australia y algunas pocas más (Japón, Taiwán, Corea del Sur, Costa Rica) que se debaten entre el campo al que se adscribirán. Son pocas, pero fuertes. Volveremos a ganar, creo, porque las libertades de las personas son nuestro mejor patrimonio espiritual. POSDATA El adoctrinamiento soviético masivo fue un hecho. Para probarlo basta reconstruir los planes y programas de estudio de las universidades. Ya llegarán los investigadores de buena fe que emprendan la ingrata aunque provechosa tarea de revisar los archivos académicos para informarnos sobre la proporción de lecturas de marxismo y maoísmo en los programas de licenciatura de México y América Latina. Las evidencias están allí, en los archivos de las universidades. Basta analizarlos y contar las lecturas obligatorias para los estudiantes. ¿Suena lunático? Es real. Yo hice una minúscula parte de la tarea en los archivos históricos del edificio Carolino de la BUAP, reconstruyendo los planes de cinco licenciaturas (economía, antropología, psicología y derecho, y una más que no recuerdo). En Economía, cuyo objetivo general de 1985 era “crear embriones de revolucionarios”, el marxismo duro u ortodoxo representó cerca de 90% de las lecturas principales. La que menos, Derecho, superaba el 50%. Están en los archivos de la UNAM, la UAM, la Ibero y las estatales de Guerrero, Sinaloa, Michoacán, Jalisco, Oaxaca, Veracruz, Zacatecas, Durango, Sonora, Nuevo León, etc. Ojalá no destruyan esas evidencias antes de que ojos sanos y libres las puedan examinar con ánimo imparcial.

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