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“Es preciso preferir la soberanía de la ley
a la de uno de los ciudadanos”
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Aristóteles
Llevamos muchos meses, ocupados, “entretenidos”, en falsos debates.
Las y los ciudadanos no podemos ser encorralados en dos chiqueros.
Los servidores públicos, son públicos, no son propiedad ni lacayos de nadie.
Todos, mexicanas y mexicanos, al servicio de México y todas y todos, obligados a cumplir con la Ley. Este es el único criterio que aplica.
México es antes que nada, una comunidad, al serlo, estamos vinculados por una ley común. México es una comunidad porque es el lugar de nuestra existencia.
La comunidad existe por esa necesidad de cuidarnos unos a otros. No puede haber comunidad sin ese cuidarnos y no puede haber ese cuidarnos, sin comunidad. La comunidad es cuidarnos en común. Es lo que la hace posible. Nadie es más que el otro.
Por ello, como mexicanos, estamos vinculados a la misma ley, a la misma obligación o don de dar, como lo matiza Roberto Esposito, en tanto que como mexicanos somos pluralidad, diferentes, pues todas y todos somos, al mismo tiempo, iguales y otros.
Nada hay de nuevo en todo esto que hemos apuntado.
El artículo primero constitucional, reconoce: “En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos… cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse… Todas las autoridades… tienen la obligación de… respetar, proteger y garantizar… de conformidad con los principios de universalidad… y progresividad… el Estado deberá prevenir… sancionar y reparar las violaciones… Queda prohibida toda discriminación… por… opiniones… o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”.
Las y los mexicanos, en cuanto seres vivos, personas, respondemos al mismo principio vital universal, “Ser humano y ser libre son una y la misma cosa” (Hannah Arendt)
La imposibilidad de uniformar a las y los mexicanos, está consagrada en el artículo segundo constitucional: “La Nación tiene una composición pluricultural…”.
La libertad es común, de todos y de cada uno, porque no es propia de ninguno. La libertad es el don de la comunidad y la comunidad es posible a través de la libertad.
Por ello es tarea de los gobiernos, establecer un marco de estabilidad constitucional a través del cumplimiento de la ley, misma que garantizará la estabilidad económica. El gobierno, conociendo nuestros derechos, no puede eximirse de su cumplimiento
Esta es la grave responsabilidad del poder Judicial, hacer valer la República haciendo valer la ley para hacer efectivo un gobierno de leyes, no de hombres. Si las leyes se hacen cumplir, el pueblo gobierna.
Tanto en materia política, como social y económica, sin orden jurídico estable y permanente, estaríamos frustrando el porvenir de las y los mexicanos
Si la ley no se cumple ni se hace cumplir, comienza la tiranía.
Los Legislativos, federal y estatales, no pueden seguir legislando sin consultar a las partes interesadas en la materia que se legisla. La sociedad y los ciudadanos tienen que hacerse escuchar. Hay instituciones que nacieron de las y los ciudadanos, sería un retroceso que dejaran de serlo. Si están en la Ley, hay que hacerlas valer.
Nadie puede, nadie debe estar por encima de la Ley. Leyes e instituciones, deben y pueden mejorarse, perfeccionarse, no degradarse. Hay que hacer valer el principio de progresividad, garantizado por la Constitución y legislación e instituciones internacionales.