Código Tlaxcala
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Desayuno con el Profe

Un reportero es sus fuentes -generalmente otras personas. A veces las fuentes son papeles; y otras, objetos como el telar de juguete llevado por el profe Florentino Domínguez a su oficina del Congreso local, cuando era diputado. A la vuelta de un lustro, la persona y el telar se alinearon en una mesa.

Ocurrió esta semana durante un desayuno en el Mesón Taurino con el ahora secretario de Educación de Tlaxcala. Buscamos la charla, atraídos como ratones por el queso de los cambios de gabinete realizados por el gobernador. Hay consenso en que ningún otro aspirante tricolor a suceder a Marco Mena salió mejor parado que el profe.

-Siempre, donde he estado, lo principal ha sido la responsabilidad del cargo. Debe ser por eso mismo que llegaron, sin buscarlas, las oportunidades.

FOTO Antonieta

 

¡Y vaya si las encontró! Armado de un título de profesor normalista y una plaza para enseñar a leer, escribir y hacer cuentas a los niños, Florentino Domínguez Ordóñez logró abrirse camino hasta el congreso federal en tiempos de Fox y al Palacio Juárez en 2013. El profe ha sido rector de la Universidad Politécnica y servido desde distintas trincheras a la causa magisterial, su segunda familia.

Se halla pues como pez en el agua en la SEPE. Es lo suyo. Lo delata la sonrisa encendida del anfitrión mientras desayunamos.

-Vine a encontrar amigos. Y también reencontré antiguos conocidos –cuenta.

Desayunar en el Mesón Taurino con el profesor Domínguez reafirma la fina amistad que suele dispensar e inspirar. De paso resultó en confidencias. Regularmente comparte en su face imágenes y comentarios evocadores desde la casa de los padres, en las meras faldas de La Malinche. Vuelta a la raíz como su plato de Xoloxtle en la mesa del restaurante.

-Siempre que hay, lo pido.

De la mano de los trocitos de nopal en el caldo humeante resurge el telar. La llavecilla de un cofre de recuerdos que son experiencias y razones y explicaciones.

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Xoloxtle, caldo de huevos y nopalitos. FOTO Antonieta

 

Ya se entiende que Florentino Domínguez anhelara ser un profesor así como Gaudencio, primer profesionista nacido en San Pedro Xochiteotla y hermano menor de Magdaleno, el padre. Y se puede entender que los 8 hermanos se hicieran profesionistas, todos siendo tantos. Aún más inhabitual es que fueron criados por una pareja de campesinos sin más lujo que la cocina precaria, alimentada con yerbas del entorno volcánico, de la madre Juana.

-Siempre comimos tortillas del comal. Nunca recalentadas.

El padre resume el misterio de tantas vidas bien logradas. Había sido bracero; trajo la filosofía gringa del orden racional a la explotación de la parcela familiar. En la familia del profe ayudaban todos –nadie era propiamente dueño de su tiempo siendo niño. No se podía. Para sobrevivir y sobresalir debió ser indispensable la disciplina.

-No podía entender que las milpas debían mantener la misma altura. Era duro. Nos pegaba. Nos contaba el tiempo.

Al profe le queda el hábito de levantarse a las cinco. Recuerda el largo trayecto a pie hasta la escuela, los inolvidables aventones en carros de mulas, el retorno a casa y la vuelta al trabajo un día sí y al otro también.

-Todos trabajábamos, también las mujeres. Al telar le sabíamos todos. Por eso ahora me dan risa los que buscan una justificación en la pobreza.

Con el reportero. FOTO Antonieta

 

-Usted suena. Para Gobernador.

-Muchos sonamos. También Noé y Anabel y otros –desestima con un mohín.

-El que gane se sacará la rifa del tigre. Son nuevos tiempos, parece inexorable que el próximo será de MORENA.

Sonríe el profe Florentino Domínguez como él sabe. Sonriendo ha llegado tan lejos a partir de una parcela familiar.

-Yo sé cómo ganarles.

Una vez, siendo niño Florentino pintó un pájaro. Soñaba con salir del terruño, volar lejos como el tío Güencho.

Si otra vez los astros se pusieran a modo, sería un candidato duro de roer. Y dado el caso, seguramente un buen gobernador de Tlaxcala.

COHETERÍA

 

La Kaaba, en 2007.

 

LA KAABA  A mitad del desierto de Arabia Saudita se halla el lugar más santo del islam, La Meca, ciudad capital de un municipio homónimo cuya vida gira en torno a la mezquita Masjid al-Haram erigida en el siglo de la conquista de México. El inmenso templo alberga un supuesto meteorito negro, la Kaaba, cuyo origen antecede a Mahoma. Hacia ese punto orientan sus oraciones los creyentes de Alá y el imán desde que habiéndose negado los judíos a reconocerle profeta, decidió Mahoma que los fieles orientaran sus plegarias ya no hacia Jerusalén sino al propio pueblo natal. La Kaaba es el sancta sanctorum del monoteísmo musulmán -y Mahoma su Abraham, pues cuando el profeta vino al mundo era La Meca un centro de peregrinaje de clanes y tribus politeístas.

La Kaaba como tal es un cubo irregular de 11 y 12 metros de lado y 15 de altura cubierto por un velo con inscripciones coránicas en oro. La piedra está prohibida a los ojos infieles, asimismo como la mezquita durante la gran peregrinación del verano que pone broche al año lunar de esa civilización.  Según la fe islámica, dicha reliquia extraterrestre colocada en la esquina oriental del cubo dataría de los tiempos de Adán y Eva. De hecho creen que es roca del Paraíso enviada a Abraham por el arcángel Gabriel (al que llaman Yibril).

Descendió más blanca que la leche, sostiene la tradición que atribuye la negrura de la piedra a la acumulación de pecados humanos.

Fieles en turno para conocer la piedra negra.

 

Al recrear un gesto del propio Mahoma, los peregrinos besan siete veces la roca unida con molduras de plata a resultas del incendio que la despedazó catorce siglos atrás. Afirma además que por mandato de Alá, los ángeles construyeron la Gran Mezquita a imitación del lugar del cielo, justo sobre la Kaaba, donde oran al dios las divinidades aladas, las que asimismo hicieron el cubo que envuelve la piedra y luego remozó el mismísimo Adán.

Con técnicas y tecnologías modernas debería ser relativamente sencillo dilucidar la edad y el origen de la piedra que literalmente es uno de los cimientos del islam. A comienzos del presente milenio, el Museo de Historia Natural de Londres informó que se trata de material terrestre compuesto de ágata, vidrio y basalto.

STALIN Y E.U. “Primero, me gustaría contar algunas observaciones que Stalin hizo y repitió varias veces cuando estábamos “discutiendo libremente” entre nosotros. Declaró sin rodeos que si los Estados Unidos no nos hubieran ayudado, no habríamos ganado la guerra. Si hubiéramos tenido que luchar contra la Alemania nazi uno contra uno, no podríamos haber resistido la presión de Alemania y habríamos perdido la guerra. Nadie discutió este tema oficialmente, y no creo que Stalin dejara ninguna evidencia escrita de su opinión, pero señalaré aquí que varias veces en conversaciones conmigo notó que estas eran las circunstancias reales. Nunca hizo un punto especial de mantener una conversación sobre el tema, pero cuando nos enfrascamos en una especie de conversación relajada, repasando las preguntas internacionales del pasado y el presente, y cuando volvemos al tema del camino que habíamos recorrido durante la guerra, eso es lo que dijo. Cuando escuché sus comentarios, estuve completamente de acuerdo con él, y hoy lo estoy aún más.”

Churchill, Roosevelt y Stalin, tras la victoria. (Captura de pantalla)

 

El testimonio del sucesor de Stalin se recoge en “Memoirs of Nikita Khrushchev: Commissar, 1918-1945”.

EUGENESIA SUECA  En mayo de 1921, el parlamento de Suecia votó la creación de un Instituto Estatal para la Biología de las Razas, cuyo fin eugenésico era la preservación y el mejoramiento de la “raza sueca” en base a una clasificación de la población por tipos anatómicos. Puesta en vigor, dicha política arrojó apenas en el primer año un archivo de mediciones físicas y fotografías de decenas de miles de montañeses lapones, la raza indeseable. Sobreviven fichas raciales de más de 10 mil suecos.

Reportajes periodísticos sacaron a la luz más de siete décadas después, en 1997, que dicha política causó cientos de miles de esterilizaciones forzadas. A raíz de la denuncia, el gobierno se vio obligado a pagar indeminizaciones a un millar y medio de víctimas que pudieron y quisieron reclamarlas. Sus testimonios son estrujantes.

 

 

La coronilla era muy importante…

 

“Los médicos decían que un lapón no debía casarse con un sueco. Porque el resultado era, digamos, indeseable.”

“Querían medir a los niños. Nos tomaron muchas fotografías.”

“Nos daba miedo que nos hicieran fotos. Era horrible.”

“Comenzó por medirme el perímetro y la altura de la cabeza, y la coronilla. Era muy importante saber cómo estaba formada la coronilla.”

“Tuvimos que desnudarnos, y sentarnos, y luego nos fotografiaron. Lo hicieron en el vestíbulo de la escuela. Colocaron una tela blanca que atravesaba la sala, y delante un banco. Y allí tuvimos que sentarnos y posar en distintas posiciones, para que pudieran obtener todos los ángulos. No creo que fuera solamente la cabeza lo que les interesara, sino todo el cuerpo.”

“Así que no me siento nada orgullosa de Suecia, en absoluto. Personalmente no puedo, porque yo era una de las repudiadas, formaba parte de la paja que debía separarse del trigo. Era una indeseable.”

 

Fichas de niños. (Captura de pantalla)

 

Quedan el hecho en sí –y los esfuerzos de un gobierno para mantener ocultas las actividades del infame Instituto. Ocurrió en la agotada Europa continental que no ha tanto acogió a Hitler, adoró a Mussolini, toleró a Franco y prefirió a Stalin llegada la encrucijada de la segunda posguerra.

Los testimonios se hallan disponibles en You tube.

ROOSEVELT  “Nosotros debemos ser el gran arsenal de la democracia”, definió Franklin Delano Roosevelt, trigésimo segundo presidente de los Estados Unidos. La premisa de la tesis del arsenal fue expuesta en estas palabras por el presidente: “El pueblo de Europa que se está defendiendo, no nos ha pedido que peleemos por ellos. Sólo nos piden los implementos de la guerra: los aviones, los tanques, los cañones, los pertrechos que les ayudarán a defender su libertad y nuestra seguridad”.

 

 

Churchill y Molotov escoltando al poliomelítico Roosevelt, 3 de febrero de 1945 en Yalta, Crimea. (Captura de pantalla)

 

Recién reelecto en 1940, cuando Gran Bretaña resistía a duras penas la embestida nazi, en el primer año de su nuevo mandato Roosevelt había conseguido por muy pocos votos la ley de Préstamo y Arriendo en apoyo a la madre patria; y lo mismo un programa preventivo de armamento en un mundo rearmado hasta los dientes. Lo mismo que Wendell Willkie, su rival republicano, el presidente que ganó cuatro elecciones había prometido en campaña “jamás enviar a un joven norteamericano a la guerra”. A una década de la tragedia de 1929, cuando muchos veían como un error inútil la entrada de Estados Unidos a la de 1914, el Congreso representaba bien ese sentimiento aislacionista del pueblo yanky. Parecía legítimo, egoístamente correcto abstenerse del conflicto europeo mientras un cabo devenido en dictador militar tenía bajo la bota alemana a toda Europa, saqueándola cual carterista en Jauja y haciendo de la cuna de la cultura occidental y cristiana un ínfimo y soez campo de exterminio subhumano.

Así, jugando a la defensiva -sin saquear a otras naciones ni esclavizando a la población en las fábricas como hizo la Alemania nazi- la política del New Deal logró reactivar la economía y el empleo. La estrategia cambió y todo se aceleró a partir del 7 de diciembre de 1941, cuando Japón atacó en Pearl Harbor.

 

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