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España ¿una Democracia? /Luis Ventoso (ABC)
Una de las desgracias de la situación política española es que ya todo vale.
La mayoría de la población, bien mecida por el dominio televisivo de la izquierda que legó el tándem Mariano-Soraya, asiste con indiferencia a pequeños-grandes pasos que van laminando nuestras libertades y derechos.
Tampoco se escuchan, por cierto, las voces de una intelectualidad pastueña que no quiere líos con una hegemonía progresista que intuye casi perpetua.
En España la mayoría acepta silente que un Gobierno que ha prometido la Constitución la cuestione y hasta abogue por derogarla (Podemos).
Se acepta el ninguneo despectivo al jefe del Estado. Se acepta que desde el poder se critique a los medios discrepantes con el progresismo obligatorio tachándolos de “cloacas del Estado”. Se acepta que instituciones de todos, como RTVE y el CIS, se conviertan en apéndices del PSOE. Se acepta que los aliados del Gobierno de España sean partidos que aspiran a la desaparición de España.
¿Vamos a aceptar también que el Gobierno de PSOE y Podemos liquide la independencia del poder judicial, que es el oxígeno de un estado de derecho?
Esta pregunta está desde hoy sobre la mesa, con el insólito anuncio –inconcebible hace solo unos años– de que dos partidos de izquierda, que mandan en el Gobierno con menos apoyos de nuestra democracia, se proponen modificar la ley orgánica que regula el nombramiento de los representantes de los jueces para plegarlo al PSOE. Patada en la espinilla a la Constitución.
Sánchez, el hombre que ya dijo en su día sin ambages que él mandaba en la Fiscalía General, se propone ahora liquidar el último incordio para su plan de imperio perenne del progresismo: los jueces independientes, capaces, por ejemplo, de colocar a las puertas del Supremo a su vicepresidente Iglesias, o de tumbar su orden de encerrar a los madrileños sin ir por el cauce legal del estado de alarma.
Los jueces les estorban. No lo ocultan.
Dirigentes socialistas y podemitas han estado quejándose desde que llegaron al poder de que existe una “derecha judicial”, que es inadmisible y con la que hay que acabar ¿Qué hacemos entonces Iván, Pablo? Pues atarlos en corto con una reforma jurídica a la que no se atreverían ni los gobernantes populistas del Este de la Europa de peores reflejos democráticos.
Hay que parar este abuso. Unir contra él a todos los partidos que todavía creen en la democracia española.
Y es hora también de que la sociedad civil despierte y defienda sus libertades.
Si Sánchez e Iglesias liquidan la justicia independiente, ¿podremos seguir hablado de que España es una democracia?
Esa es la cuestión que pende desde hoy sobre nuestra enrarecida atmósfera política.
Y no sirve de excusa el argumento gubernamental de que hay que cambiar la ley porque el PP no llega a un acuerdo para renovar los órganos judiciales. Según ese razonamiento, ¿en los Gobiernos autonómicos y locales donde el PP no deja mandar al PSOE, habrá que reformar también las leyes electorales para que se imponga más fácilmente la izquierda?
Estamos ante una reforma legal de una ley orgánica totalmente disparatada y abusiva, que de llevarse a cabo escandalizará a Bruselas y nos puede complicar unas ayudas europeas que necesitamos como el maná.
Les gustaba el modelo boliviariano. Y ya están en ello. Por favor, digamos «no» por una vez.
Con argumentos, calma y unidad. Pero digamos «no”».
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Los peores instintos ya están aquí / Luis Ventoso, ABC (España), Octubre 13