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Gobernanza criminal y necropolítica, impiden la paz
“Paz, desarrollo y democracia forman un triángulo interactivo. Los tres se requieren mutuamente. Sin democracia no hay desarrollo duradero: las disparidades se hacen insostenibles y se desemboca en la imposición y el dominio.” (El Derecho Humano a la Paz, Declaración del Director General de la UNESCO, Paris, Francia, enero de 1997).
“La paz es una adhesión profunda del ser humano a los principios de libertad, justicia, igualdad y solidaridad entre todos los seres humanos. La paz es también una asociación armoniosa entre la humanidad y el medio ambiente.” (Declaración de Yamusukro sobre la Paz en la Mente de los Hombres, 1989).
La paz, está contenida en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en las primeras palabras de su preámbulo y es reconocida un derecho humano de tercera generación.
El artículo 21 constitucional establece: “La seguridad pública es una función del Estado… cuyos fines son salvaguardar la vida, las libertades, la integridad y el patrimonio de las personas, así como contribuir a la generación y preservación del orden público y la paz social… La seguridad pública comprende la prevención, investigación y persecución de los delitos, así como la sanción de las infracciones administrativas, en los términos de la ley… La actuación de las instituciones de seguridad pública se regirá por los principios de legalidad… y respeto a los derechos humanos reconocidos en esta Constitución.”
¿Qué pasa en México? ¿Por qué no es posible la paz?
En poco más de tres años de gobierno de López Obrador, van casi 130 mil asesinatos (la cifra más alta de nuestra historia reciente), un tercio del territorio mexicano está bajo el control del crimen organizado, un policía es asesinado cada día, más de 100 mil desparecidos, 58 periodistas muertos en cumplimiento de su trabajo, 11 mujeres son asesinadas por día. No hay cifras de cuántas y cuántos menores de edad han muerto por falta de medicamentos oncológicos, cuántos más por otras enfermedades y de todas las edades, por falta de atención médica y cuántas decenas de miles de vidas se hubieran salvado de morir por el COVID-19 y sus secuelas, si se hubiera manejado la pandemia con criterio de salud pública y no político-ideológico, que encubre la gobernanza criminal, la necropolítica vigente en México, bajo el manto del combate al neoliberalismo y a la corrupción.
Esta es la razón por la que no hay paz ni seguridad públicas, pareciera que se está gobernando sin ciencia, sin conocimiento de la Cosa Pública. Sin eficacia ni eficiencia. Sin racionalidad alguna. Cuauhtémoc Cárdenas señaló: “A mí me preguntan qué es la 4T y yo no sé qué responder… el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador… no tiene propuestas ni programas para enfrentar el rezago social o la crisis de violencia e inseguridad… en el país no hay continuidad a las políticas públicas, sino improvisación y ocurrencias…” (aristeguinoticias.com 26.05.2022).
Sin embargo lo que pasa en México, tiene un referente: la Alemania nazi: “… Hitler y los dirigentes del Reich compraron el silencio y la complicidad de la mayoría de los alemanes a cambio de seguridad y bienestar material… mayoría, aceptó una utopía cimentada en el robo, el racismo y el asesinato… Para la mayoría… el nacionalsocialismo no significaba dictadura, represión del derecho de expresión y opresión… Se veían a sí mismos como… antiindividualistas… Las jovencitas se entusiasmaban con el empleo de estudiantes para cuidar de los alemanes del extranjero reasentados en la región… La nueva Alemania del socialismo nacional dio muchas oportunidades a aquellos que en las manifestaciones y batallas callejeras y de ideas habían estado al otro lado… (La Utopía Nazi. Gözt Ali).
Cuando París cayó en manos del ejército nazi, “… La rápida victoria se hizo posible con la violación de la neutralidad de Bélgica y Holanda, que Hitler había calificado como «intrascendente». A sus hombres de confianza… les inculcaba aquella máxima que pronto posibilitó cualquier crimen: «Cuando hayamos vencido, nadie nos pedirá cuentas»… Hitler («nuestro canciller del pueblo») había impartido desde muy pronto la máxima: «Alemania será tanto más grande cuanto más fieles le sean sus ciudadanos más pobres».” (ibid).
Así fueron las cosas durante el gobierno de Hitler en Alemania. Así estamos hoy en México bajo el gobierno de Andrés Manuel. En política no hay casualidades. Por eso es grave la trascendencia de sus dichos: “A mi no vengan con que la ley es la Ley” o “Al carajo las instituciones”. Son dichos que se traducen en hechos contra México y contra las y los mexicanos.
Esto es lo que concluye Cuauhtémoc Cárdenas: “Estamos en un momento en que nuestra sociedad y economía están destruidas, y las grandes instituciones que le deberían dar solidez al desarrollo están en buena medida derruidas, y lo que tenemos que plantearnos es cómo reconstruir parte por parte; esto quiere decir, la economía, la sociedad, las regiones y los municipios, para erradicar la delincuencia que se ha apoderado de muchos territorios del país.” (ibid).
Aquí si acierta el Ing. Cárdenas. Está en manos de la ciudadanía, de la sociedad, de las universidades, reconstruir al país y conducir al Poder Judicial, a que no haya impunidad y haga valer la Constitución, para hacer posible la paz y mandar al carajo la necropolítica, la gobernanza criminal y el cogobierno de facto con el crimen, que está destruyendo a México.