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La OMS Consensa Plan Anti-Covid, Pero no Invita a Taiwán
73 Asamblea de Salud-ONU Vota Proyecto de UE Apoyado por África y 41 Países que Pretende Mediar entre E.U. y China
La Organización Mundial de la Salud somete ante una asamblea virtual de 194 miembros de la ONU, entre hoy y mañana martes, un proyecto anti-Covid aprobado por su director general, Tedros Adhanom, que ratifica a la OMS como autoridad máxima en la lucha contra la pandemia aunque elude el caso de Li Wenliang y otros médicos chinos, y excluyó a Taiwán de las videoconferencias.
La propuesta fechada este lunes se titula Respuesta al COVID-19 (COVID-19 response, documento aquí). Contiene dos pasajes relativos a las exigencias de que se investigue el origen y la difusión del virus en Wuhan, China, encabezadas por Estados Unidos y Australia (firmante del documento), que han llamado la atención de la prensa.
El proyecto define “la vacunación a gran escala contra la covid-19 como un bien público mundial” y propone “un acceso universal, rápido y equitativo a todos los productos necesarios para responder a la pandemia”; pero nada dice sobre la inversión que hacen los países para buscar los paliativos y la vacuna. En otro, interpretado como una concesión del gobierno de China, se ofrece “identificar la fuente zoonótica del virus y la ruta de introducción a la población humana, incluido el posible papel de los huéspedes intermedios”.
Le faltan la improbable firma de Trump y la segura de Xi Jianping, quien en su mensaje a la asamblea aceptó ambiguamente una “evaluación exhaustiva de la respuesta mundial” hasta cuando “la pandemia esté bajo control”, una labor que -remarcó- “debe ser dirigida por la OMS”. Reafirmó que China “todo el tiempo hemos actuado con apertura, transparencia y responsabilidad”.
El proyecto signado por los gobiernos de la Unión Europea (que la prensa del viejo continente da por artífice) y del Grupo Africano, así como 41 naciones más entre las cuales México, cuenta con respaldo de más de cien países y se da por hecho que sea aprobado.
En su habitual tono farragoso que se prohíbe mencionar ni una sola vez a Wuhan ni China, el documento de la oficina de Tedros Adhanom abunda en la gravedad de la pandemia y la centralidad de la OMS al propósito de superar el Covid, e incluso a paliar su impacto económico.
El documento pide a los países miembros reconocer “el papel clave de liderazgo de la OMS y fundamental del sistema de las Naciones Unidas, para catalizar y coordinar la respuesta global integral a la pandemia de COVID-19”; y aprobar “su más alta apreciación y apoyo a la dedicación, esfuerzos y sacrificios mencionados anteriormente (…) así como a la Secretaría de la OMS, en la respuesta a la pandemia”.
La histórica sesión virtual de la Asamblea de Salud de la ONU dio inició entre saludos afectuosos, felicitaciones a gobiernos y la OMS por sus políticas contra el virus, propuestas variopintas de lo que se debe hacer, y los habituales optimismos diplomáticos.
WENLING Y TAIWÁN
Sin embargo, justamente la OMS se convirtió en parte del problema cuando, en enero, guardó silencio sobre la persecución emprendida por el régimen comunista contra el joven médico Li Wenliang y otros doctores de Wuhan, hostigados precisamente tras que advirtieran en el Twitter chino acerca de la gravedad del Covid-19.
Antes de morir de coronavirus el pasado 7 de febrero, el malogrado héroe fue acusado por su gobierno -según consta en Wikipedia y la prensa de todo el mundo- de “hacer comentarios falsos en Internet», obligado a firmar una “confesión” de «alterar el orden social gravemente» y abjurar de «la extensión de rumores».
En contraste, dos días antes de la alerta OMS del 30 de enero Adhanom Ghebreyesus realizaba encendidos elogios a la política anti-coronavirus de Jianping.
Asimismo a contracorriente del humanitarismo algo retórico del COVID-19 Response, la secretaría ejecutiva de la OMS tampoco esta vez, ni estando el Covid de por medio, aceptó la presencia en la asamblea virtual de Taiwán, primero con Corea del Sur en conocer de la gravedad del virus de Wuhan.
No le valió al tigre asiático, una vibrante democracia creada tras una larga noche oscura de militarismo por los herederos de Chian Kai Shek, el republicano derrotado por Mao que halló refugio en la isla, tomar medidas a tiempo y ser hoy por hoy ejemplo de éxito contra el Covid-19. El Partido Comunista de China considera a Taiwán parte de su territorio.
‘CONTRARRESTAR’ INTERNET
Va más lejos el texto de cuatro cuartillas al coincidir dos veces con regímenes autoritarios en la idea de perseguir y/o controlar el libre flujo de información sobre la pandemia, en favor de las versiones de Gobierno e instituciones paragubernamentales.
En una parte se pide a los Estados miembros “proporcionar a la población información confiable y completa sobre COVID-19 y las medidas tomadas por las autoridades”, a la vez que “medidas para contrarrestar desinformación, así como actividades cibernéticas maliciosas”.
En otra se solicita so pretexto de la innegable gravedad de la pandemia, “abordar y, cuando proceda, en coordinación con los Estados miembros, la proliferación de desinformación particularmente en la esfera digital, así como la proliferación de actividades cibernéticas maliciosas que socavan la respuesta de salud pública”.
Paradójicamente, el documento presentado a la asamblea por la OMS no hace ninguna mención a los cientos de miles de muertos (ni expresa consuelo a los deudos).
DE CHINA A GHEBREYESUS
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estuvo presidida desde su creación en 1948 por directores generales del ámbito occidental o democrático, sucesivamente Canadá (1948-60), Brasil (1953-73), Dinamarca (1973-88), Japón (1988-1998), Noruega (1998-2003), Corea del Sur (2003-06) y Suecia (2006-2007). Las cosas cambiaron cuando tocó a China poner director.
A Margaret Chan (2007-2017) siguió Tedros Adhanom Ghebreyesus. El actual director entró al servicio público y la política en su natal Etiopía, un país africano controlado por marxistas desde antes de la desintegración de la URSS, como ministro de sanidad de Meles Zenawi, un guerrillero marxileninista de orientación albanesa y por ende antisoviética, que fundó el Frente Popular de Liberación del Tigré y gobernó diecisiete años entre 1995 y 2012, hasta su muerte.