Nostalgia de AMLO: ‘¡No se Vaya a La Chingada, Presidente!’

 

Reencuentro de reporteros en el café Bunte del Portal Grande. Gusto de volver a vernos en la mesa de Parménides Ortiz Cano, un activista mejor conocido como “Subcomandante Referéndum”.

Hablamos de todo y nada, lo de siempre.

En el trasfondo, un asunto global: las guerras coincidentes de Rusia y los yijadistas musulmanes sobre el telón posible de una aureola nuclear. Otro, nacional: las últimas horas de la presidencia de López Obrador. Y uno más personal: la lucha quijotesca del subcomandante por una plaza magisterial.

Un mediodía claro y soleado, luz filtrándose entre las copas de los árboles, y al fondo del zócalo, la fachada de Palacio de Gobierno exornada como cada año con motivos patrios.

-Qué le dirías a López Obrador, ora que ya se va? -pregunta alguien.

-¡Que no se vaya a La Chingada! Mejor que se venga a Tlaxcala -responde el activista.

Todos sonreímos, no se cansa de sorprendernos.

 

-¿Pero qué haría en Tlaxcala? -cuestiona otro.

Se explica el Parma:

-“Tlaxcala es después de su natal Tabasco el estado donde más se le quiere. Además, le quedaría cerca la Ciudad de México, a dos horas nomás”.

-Tiene sentido -glosa alguien más.

-Pero ¿dónde viviría? -tercio.

-En el rancho Los Cedros.

-¿Y eso dónde está?

-En Totolac. Es mi rancho.

El refugio del amigo; una cañada atestada de árboles donde fortalece su cuerpo cavando, trasplantando y talando ramas.

-¿A la primera presidenta de México, que le dirías? -insiste alguno.

-Que el magisterio de Tlaxcala está listo para Claudia.

Así se nos va el tiempo sin sentirlo, embriagados en el dulce placer de perderlo entre amigos y colegas. Lo de siempre.