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Penitencia Tricolor / Juan Bustillos (Impacto)
Nunca entenderé por qué si el grupo priista gobernante del sexenio anterior tenía conciencia de la comisión de ilícitos desde la campaña de 2012 y que sería perseguido por quienes lo sucedería en el poder, hizo todo lo posible para perder las elecciones de 2018 y nada para limpiar sus huellas y cerrar los casos, a sabiendas que más temprano que tarde los convertirían, como lo han hecho, en materia de escarnio público a algunos y, a otros los pondrían en riesgo de pasar una temporada en la cárcel.
Al margen de lo que la Fiscalía General de la República logre probar sobre las declaraciones de Emilio Lozoya ante el juez, el presidente López Obrador ya consiguió su primer tanto colocando al borde de una crisis nerviosa a la clase política dominante del sexenio anterior que permanece muda ante insinuaciones, realmente acusaciones, en columnas periodísticas y en las conferencias mañaneras en Palacio Nacional.
El silencio temeroso delata aceptación de culpa y confirmación de la máxima política de que para tener la lengua larga se necesita que el rabo sea corto y no maloliente.
En el pecado lleva la penitencia.
Otra cosa sería si esa clase política hubiese puesto interés en la suerte de Lozoya desde que empezaron sus problemas legales con la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, encabezada entonces por Santiago Nieto, al frente hoy de la temida Unidad de Inteligencia Financiera, pero lo dejaron solo, como si en todo hubiese actuado por su cuenta.
Nieto fue expurgado de la PGR y del gobierno de Enrique Peña Nieto por su convicción, expresada en su libro “Sin filias ni fobias”, de la utilidad de “exhibir la corrupción por el tipo de persona que se persigue en los delitos electorales. ¿Cómo se combate a personas así? Ejerciendo la acción penal y denunciando públicamente sus excesos … decidí acudir a los medios de comunicación para hacer públicos algunos casos fue por una razón muy simple: la única forma de hacer que los servidores públicos o dirigentes partidistas dejen de cometer delitos electorales es exhibiéndolos… Nada les importa más que su imagen y su impunidad…”.
Causalmente, el Presidente López Obrador comparte su filosofía, mucho de lo que denuncia en el púlpito mañanero tal vez nunca llegue a tribunales y los personajes no pisen prisión, pero difícilmente se sacudirán el lodo.
En consonancia con esta convicción, Nieto actuó contra Lozoya en una entrevista periodística que le costó el puesto. Ya entonces sabía, y así lo publicó en su libro, que los presuntos delitos electorales del caso Odebrecht habían prescrito.
Santiago Nieto estuvo al frente de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales en el inicio de las investigaciones contra Lozoya. Hoy encabezada la Unidad de Inteligencia Financiera.
Pero la clase política priista, muy en especial Luis Videgaray y Miguel Osorio Chong, estaba entretenida peleando entre sí por el poder que se redujo a seis años cuando pensaban detentarlo al menos por 12, y algo había ocurrido entre el gobierno y el PAN, se habla de traición del segundo con el primero, que pusieron poca atención en temas, no sólo en Odebrecht, sino también en Etileno XXI que podría atraer la atención de la justicia sobre personajes del sexenio de Felipe Calderón.
POR DESIDIA O VENGANZA
En algunos actores de primer nivel del gobierno de Peña Nieto privó desidia o venganza, el hecho es que, por decisión propia o cumpliendo consigna, abandonaron a Loyoza a su suerte ocasionando que aún prescrito, el problema creciera lo suficiente hasta constituirse ahora en peligro no solo para el ex director de Pemex, sino para sus superiores jerárquicos y quienes presumiblemente fueron beneficiarios del dinero que vino de Brasil a México, vía la empresa Odebrecht, poseedora de una monumental historia de corrupción política en el continente.
Con el agravante que, de comprobarse la entrega de otras cantidades millonarias en México, por perjurio podría perder acuerdos a los que llegó con el gobierno de Estados Unidos a cambio de una multa de 4 mil 200 millones de dólares. Si así fuera, en su caso Pemex estaría en un aprieto financiero de pronóstico; no olvidemos que cotiza en la Bolsa de Valores de Nueva York.
Tras este caso hacen fila Agronitrogenados y, como ya se dijo, Etileno XXI, pero también Fertinal aunque misteriosamente éste no parece ser del interés del Presidente y del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero.
Desde que el caso Odebrecht cayó en manos de Nieto, ciertas instancias gubernamentales, concretamente Alberto Baz Baz,
que dirigía el CISEN y el encargado de la Procuraduría General de la República, Alberto Elías Beltrán, jugaron con Lozoya fingiendo cumplir instrucciones superiores; quizás nunca las tuvieron, aunque decían tenerlas, porque se antoja imposible que el encargado de la PGR no atendiese las instrucciones que le llegaban a través del director del CISEN.
No es fácil entender qué ocurrió en el seno del equipo jurídico del sexenio anterior.
Botón de muestra: al dejar la PGR, luego de fracasar sus aspiraciones de inaugurar la Fiscalía General de la República, Raúl Cervantes se despidió con un acertijo que los analistas interpretaron como herencia de una bomba a punto de estallar al gobierno que no quiso o no pudo cumplirle el sueño de ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero tampoco ocupar el puesto que hoy ostenta Alejandro Gertz Manero:
“La PGR ha concluido las investigaciones con respecto a uno de los mayores esquemas de corrupción internacional que en América Latina y en México se hayan visto (el caso Odebrecht, que no mencionó su nombre): el complejo esquema para corromper funcionarios, obtener contratos públicos de manera indebida y luego de tratar de esconder el dinero mal habido en paraísos fiscales”, dijo, y se marchó a ofrecer sus servicios al país de abogado constitucionalista.
Excepto sus declaraciones, no heredó bomba alguna (todo lo que ahora se persigue es trabajo de Gertz Manero), pero sus exjefes nada hicieron para reparar el daño de su despedida; se concretaron a solazarse con los problemas jurídicos y mediáticos que ya sufría el ex director de Pemex.
Los lectores de IMPACTO se enteraron con puntualidad que hasta en el último día del sexenio anterior, cuando el ex candidato presidencial panista Ricardo Anaya fue exonerado de supuesto lavado de dinero, la PGR se negó a firmar la prescripción del caso electoral de Lozoya. Irónicamente la Fiscalía General de la República lo hizo en este sexenio.
La prescripción evitará la ventilación de supuestas aportaciones de Odebrecht y de Fabiola Tapia Vargas, de la empresa hidalguense Construcciones Industriales Tapia, para cubrir adeudos a consultores internacionales de la campaña presidencial priista de 2012 contratados vía Luis Videgaray.
SOBORNOS, ¿VIDEOS Y ACUSES?
En cambio, no están prescritos los supuestos sobornos a legisladores para aprobar la Reforma Energética sobre los que el Presidente López Obrador suele ironizar en sus conferencias parafraseando a su paisano Chico Che: “¿Quién pompó reformita?”.
Entre diciembre de 2013 y abril de 2014, por instrucciones de Videgaray cinco senadores panistas, un diputado federal del mismo partido, y al menos un senador priista habrían recibido unos 80 millones de pesos.
Pero habría más en 2014, otros 50 millones de pesos.
De estas entregas existirían evidencia, acuses de recibo y un video, no los 16 a los que se refieren las filtraciones periodísticas y con los que se tiene al borde del infarto a los presuntamente implicados.
En 2014, el PRI habría recibido unos 30 millones de pesos, acuses de recibo de por medio.
Esto es una parte de la historia documentada sobre Odebrecht, empresa con la que Lozoya entró en contacto siendo Director en Jefe para AmérIca Latina en el Foro Económico Mundial. En 2009 conoció a Luis Alberto Meneses Weyll que dirigía esa empresa en México. Durante casi tres años realizó trabajos de consultoría para esa empresa; en su momento informó a Peña Nieto y a Videgaray.
Luis Alberto Meneses Weyll y Marcelo Odebrecht, directivos de la empresa brasileña Odebrecht, nunca fueron desconocidos para el ex Presidente Peña Nieto.
Los beneficios de sus servicios de consultoría los depositó en la cuenta de una empresa de su propiedad radicada en Suiza, cuyas acciones desde entonces cedió a su hermana, mucho antes de asumir como director de Pemex.
En 2012, ya encargado de Asuntos Internacionales de la campaña presidencial de Peña Nieto, entró en contacto con Meneses Weyll por instrucciones del coordinador Videgaray.
Marcelo Odebrecht no era un desconocido para Peña Nieto; establecieron relación en una gira en Brasil en 2009 como gobernador mexiquense. En 2012, ya Presidente electo y acompañado de Videgaray, volvió a reunirse con Odebrecht y Wyell. Incluso cenaron en casa del propietario de la empresa brasileña en Sao Paulo.
En el encuentro de Lozoya con Wyell en 2012 empezó la cadena de hechos que hoy conmocionan al país, algunos ya prescritos, es cierto, pero que causarán gran escándalo por la relevancia de las figuras involucradas; otros con plena vigencia que, sin embargo requerirán el dicho de Lozoya, pero también de pruebas para incriminar a quienes, sabiéndose culpables, no pueden conciliar el sueño porque ignoran si la existencia de los videos, tipo Carlos Ahumada y René Bejarano, es invento periodístico, de los filtradores, del Presidente López Obrador para matarlos de nervios, si en verdad están en poder del Ministerio Público de la Federación o el ex director de Pemex los tiene en su poder y planea usarlos a su favor en el juicio.
LAMENTAR ABANDONO
Emilio Lozoya ya está en México listo para enfrentar las acusaciones en su contra y, hasta donde es posible saber, llegó a acuerdos con la FGR sobre Criterios de Oportunidad en al menos tres casos (Odebrecht incluye Etileno XXI), cuyos efectos positivos se extenderán a todos los imputados que reúnan las mismas condiciones (su madre, hermana y esposa) dependiendo si aporta información esencial para la persecución de un delito más grave del que se le imputa y esta derive en la detención de un imputado diverso y se comprometa a comparecer en juicio.
Ahora bien, sorprende la proliferación en medios de comunicación de nombres de los presumiblemente implicados en el caso Odebrecht, habida cuenta que ni siquiera el Ministerio Público puede difundirlos sin antes contar con autorización del juez de la causa.
El problema no es de periodistas; los reporteros estamos para publicar lo que nos allegan fuentes en las que confiamos; en este tipo de asuntos no es fácil confrontar información para comprobar si tiene fundamento o no. Nos sabemos usados, pero a nuestra vez usamos porque en un mundo saturado de información, la competencia por las exclusivas es feroz. Los motivos del lobo son suyos, pero en este ejercicio periodístico abundan todo tipo de intereses y a causa de ello abunda la desinformación y la confusión.
A vía de ejemplo, se considera verdad absoluta que Baltazar Garzón cobró a Lozoya 4 millones de euros por defenderlo. Nada más alejado de la verdad.
Esperemos a que Emilio empiece a hablar ante el juez; hasta entonces conoceremos la verdad, si la FGR se considera satisfecha con lo que aporte y le cumple lo prometido referente a su persona y a las mujeres de su vida.
Mientras ocurre, quienes lo abandonaron cuando había tiempo de evitar este escandaloso y doloroso desenlace, permanecerán lamentando su abandono. Y con razón.
ENLACE
La penitencia priista por dejar sólo a Lozoya / Juan Bustillos, Impacto (México), Julio 18