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Beatriz Pagés /Siempre! (México), 24 Ago
Óscar Mario Beteta, conductor del noticiero En los tiempos de la radio de Radio Fórmula, utilizó la palabra “salvaje” para calificar el viraje que puede tomar el proceso electoral de 2018.
Efectivamente, estamos ante uno de los escenarios políticos no solo más complejos sino más peligrosos para la incipiente democracia mexicana, dominada, más que nunca, por la corrupción, y falta de credibilidad y legitimidad.
Basta ver el deprimente espectáculo que han dado en las últimas semanas los funcionarios de socavón para comprender el rechazo que hoy siente la sociedad hacia la política y los partidos.
Es cierto que las renuncias del secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, y del gobernador de Morelos, Graco Ramírez, no resolverían los errores cometidos en el Paso Exprés de la autopista Cuernavaca-Acapulco, ni van a devolver la vida a las víctimas, pero con su renuncia le hubieran restituido al servicio público algo de la mucha credibilidad perdida.
México tiene un serio problema con la pobre calidad moral de sus funcionarios. Están preparados para obtener fama, poder y fortuna, pero no para medir las consecuencias de sus decisiones y menos para reconocer con honestidad sus errores.
Frente a la basura que se acumula, el timing para designar candidatos comienza a colocarse en segundo plano de importancia. Hoy lo verdaderamente relevante no es tener competidores exprés —como el socavón— hechos o inventados a toda prisa, producto de decisiones unilaterales, sino candidatos de calidad que puedan ganar y sepan evitar una ruptura nacional.
Y es que la unidad nacional tendría que ser uno de los elementos centrales a considerar en la selección de los candidatos. Andrés Manuel López Obrador divide, confronta, representa lo más primitivo del fundamentalismo latinoamericano.
Si el PAN y el PRI le quieren hacer un servicio al futuro del país y no solo a ellos mismos, a un grupo o a una elite, pondrían a consideración la capacidad y vocación de cada aspirante para cerrar los abismos que hoy dividen a los mexicanos.
Como bien lo sostiene el Nobel en economía, Joseph E. Stiglitz, el reto del milenio es cerrar la gran brecha entre ricos y pobres. Pero también acercar visiones entre tecnócratas y políticos con visión social
Hace algunos días Manlio Fabio Beltrones concedió una entrevista que se hizo viral por la forma como la tituló El País.
El exsenador dijo que el PRI debía desdoblarse hacia la izquierda. Muchos no entendieron el fondo de la declaración, y otros, la tomaron a afrenta.
Si bien es importante que el PRI tenga como candidato a alguien que garantice la continuidad de las reformas encabezadas por el presidente Enrique Peña Nieto, también es determinante que la futura aplicación o consolidación de esas reformas resuelva, de manera prioritaria, la inmoral desigualdad económica y social que marca con fuego al país.
¿Quién tiene el perfil para mezclar esas dos prioridades? Ese es uno de los análisis fundamentales que debe hacer el PRI y, por su lado, también el PAN.
Lo único que no pueden hacer cualquiera de los dos partidos, por ser las dos fuerzas políticas más importantes, es equivocarse. Si lo hacen, no solo ellos y sus candidatos, sino el país mismo, caerán en un profundo socavón.
Link http://www.siempre.mx/2017/08/politicos-y-candidatos-de-socavon/