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Rostros de sororidad y acompañamiento: Unidas somos más fuertes

HISTORIAS FEMENINAS DESDE UN LENTE ROSA

Por Daniel Sánchez Dórame

Al ver una escena que le recordó un maltrato en un noviazgo, una joven mujer soltó el llanto en la Cineteca de Sonora; la misma obra cinematográfica, titulada Lentes Rosas, generó que una mujer adulta mayor lamentara no haber visto antes el cortometraje para darse cuenta de la violencia que vive con su pareja y abandonarlo; eso hace el buen arte, conmueve e impulsa una acción, cuenta Amelia Obregón.

Ella, guionista y cineasta, fundó, junto con un grupo de amigas, el colectivo femenino Morritas Films, con la finalidad de hacer cine con perspectiva de género, historias desde la visión de la mujer.

Durante la pandemia, los crew se redujeron y las primeras en quedarse sin trabajo fuimos las mujeres, así que nos organizamos y comenzamos a realizar nuestros propios cortometrajes, tratando de sensibilizar”, asegura.

En cinco años de trabajo, Morritas Films ha llevado a la pantalla historias sobre salud mental, feminicidios, violencia de género, bullying y la vejez, vistos a través de la lente cinematográfica desde la perspectiva femenina.

Hice Lentes Rosas como un cortometraje colorido y atractivo, no es oscuro y siniestro como un spot de gobierno que refleja lo sombría que es la violencia y me pasaron dos experiencias muy fuertes durante sus proyecciones”, recuerda Amelia.

La primera fue en el estreno de Lentes Rosas, en Sonora. Una mujer de 70 años levantó la mano y le dijo que, de haber visto el filme antes, no hubiera aguantado a su esposo golpeador durante 30 años.

Yo también me solté llorando con esa señora al pensar en mi abuela, mi madre y mis amigas, pienso en todas esas mujeres que fueron adoctrinadas para quedarse al ser violentadas”, narra.

Con la misma película, una joven se conmovió tanto que soltó el llanto al recordar su propia experiencia de violencia en el noviazgo.

Las obras de Morritas Films han sido laureadas, pero para Amelia, el mayor mérito y logro del colectivo es haber concientizado a muchas mujeres sobre la realidad de la violencia de género y lograr que, a través de la pantalla, se proyecte la sororidad.

Yo quiero escribir un corto y hacer cine, no para que el público llore, se ría o se exprese, sino quiero escribir una historia que impulse a tomar acciones y decisiones; ya sea que te reconcilies con tu mamá o que dejes a tu novio golpeador, ésas son las obras que valen la pena”, asegura Amelia.

 

LUCHA POR LA NIÑA QUE FUE Y LAS QUE VIENEN

Por Lourdes López

La rebeldía de Aracely González nació cuando supo lo que era ser discriminada en su pueblo, Coscomatepec, Veracruz, por caer en la orfandad. A partir de ese momento luchó contra el rechazo machista, los derechos de las mujeres y, ahora, se concentra en el combate al embarazo infantil.

El rechazo machista-clasista en su pueblo la condujo al activismo, primero para luchar por los derechos sexuales y reproductivos. En el camino se topó con el tema del embarazo infantil y lo que hay detrás de este fenómeno, lo que ha denunciado últimamente.

Yo crecí en un pueblo pequeño y mi papá murió cuando yo tenía tres años. El trato que yo recuerdo siempre es que me decían que yo era una huérfana, y yo decía: ‘¿Por qué me dicen huérfana, si yo tengo a mi mamá?”.

En una comunidad rural, que no hubiera un hombre jefe de familia implicaba discriminación. Yo en ese momento no lo entendía, pero sí veía que había un trato diferente a las niñas con papá y a las niñas sin papá”, recordó.

Observar su entorno la hizo tomar un rumbo que la alejó poco a poco de su casa. Entró a la preparatoria y, apoyada por sus hermanos mayores, fue a la Universidad Veracruzana, por lo que llegó a Xalapa, en donde, en 1995, entró a Xochiquetzal, Centro de Estudios Sociales, una organización dedicada a la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, de la cual llegó a ser directora.

Estar una organización feminista la condujo a participar de los eventos previos y posteriores a la histórica Convención de Beijing, de 1995, en donde se establecieron los objetivos y medidas para lograr la igualdad de género. Ahí conoció de cerca el fenómeno del aborto y sus consecuencias al no ser practicado bajo métodos seguros.

 

Me tocó ver cosas terribles… lo peor es que hubo casos en los que a las jóvenes las engañaban, las estafaban, las sedaban diciéndoles que les habían practicado un aborto y no era verdad”, cuenta.

En 2007, Aracely inició Equifonía, un proyecto enfocado en las mujeres y el derecho a la interrupción legal del embarazo, el cual fue parte del proyecto para la creación del Instituto Veracruzano de las Mujeres y de la solicitud de la Alerta de Género por Agravio Comparado.

Fue por este último proyecto que observó la gravedad de los embarazos infantiles en Veracruz.

Ahora, Aracely trabaja para conseguir recursos que apoyen en campañas para luchar contra un tema que se esconde entre las familias y que llega a ser tabú, porque los agresores generalmente son los padres, los hermanos, los tíos o los varones más cercanos a las niñas, muchas veces con el encubrimiento de las propias madres.

 

VISIÓN ANCESTRAL EN EL DERECHO A DECIDIR

Por Patricia Briseño

Para Xanthi, la información sobre el aborto en la región Mixteca siempre ha sido mínima. De hecho, durante sus años de estudio en la carrera de enfermería este tema fue soslayado. Sin embargo, recuerda que, en su comunidad, su misma abuela, con otras tantas, daba de beber infusiones a otras mujeres, para que pudieran recuperar su periodo, ejerciendo, desde su conocimiento ancestral, el derecho a decidir.

Con los años, Xanthi entendió que las prácticas tradicionales para la interrupción del embarazo han existido siempre en las comunidades indígenas. Son mujeres ayudando a otras.

Hoy, como trabajadora de la salud, decidió dedicarse a acompañar, con los conocimientos heredados de sus ancestras y en las aulas, a aquellas mixtecas que decidieron interrumpir su embarazo, en una región donde más de 60% de sus 155 municipios tiene un alto grado de marginación.

En la Mixteca, aunque abortar sea legal, hablar del tema aún es un secreto, no sólo por lo que pueda suceder en su ámbito familiar, sino que las mujeres se sienten “juzgadas por parte del personal de salud o de que su nombre su filtre en la comunidad y al esposo o pareja”.

A casi seis años de la despenalización del aborto en Oaxaca, impera el estigma de las mujeres que interrumpen su embarazo —en gran medida, a partir de las creencias religiosas—, “que van más allá, poniendo en riesgo a las mujeres que ejercen su derecho al aborto”.

En entrevista, para la que pidió resguardar su rostro, Xanthi cuenta que, hace una década, inició en su labor de acompañanta de mujeres que recurren a este procedimiento médico de forma segura y en casa. “En este tiempo han sido más las mujeres adultas, casadas y con vida sexual activa las que recurren a la interrupción del embarazo, y son aislados los casos de niñas o adolescentes”.

En poblaciones originarias, el acompañamiento para abortar es la única forma en la que las mujeres pueden enfrentar un embarazo no deseado. Tengan o no pareja”, subraya.

De acuerdo con su experiencia desde la colectiva Marea Verde Mixteca, grupo donde participa, “mediante la sororidad se garantiza el derecho a decidir en las comunidades indígenas”; además, acompaña a otras en la interrupción del embarazo, con métodos seguros.

El acompañamiento consiste en proporcionarles los medicamentos: mifepristona y misoprostol, así como apoyo emocional, necesario durante el proceso, y el seguimiento a cada una de las solicitantes.

Algunas de las causas que llevan a las mujeres de la región a recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo es la violencia familiar, falta de recursos económicos y violencia sexual”, subraya.

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PATRONAS, FUERZA QUE ALIMENTA LA ILUSIÓN A SU PASO

Por Lourdes López

El silbato del tren ya se escucha cerca y es a propósito. Son valores entendidos. Apuradas, un grupo de mujeres han terminado de empacar arroz, frijoles, guisado o tortas, además de agua, que son llevados a la orilla de la vía.

Gracias mamita, Dios te dé más”, es uno de tantos gritos que celebran esa comida que acaso les cayó después de varios días de viaje.

Norma Romero suspira al contarlo ante los alumnos de la Universidad Veracruzana. Es el invierno de 2017. Ya fue a relatar estos episodios a Oxford, a Yale y a otros foros internacionales en los que ha dejado un pedacito de la historia de su pueblo La Guadalupe, la Patrona.

Actualmente, Norma sigue siendo la misma, taimada, seria, ahora con más potencia en su voz para reclamar que los migrantes sean libres de cruzar por donde sea con garantías de seguridad y de respeto por sus derechos.

Ella recuerda que el inicio de su labor altruista fue fortuito. Junto con su hermana Bernarda salió a comprar pan y otros alimentos. Era 1995. A su regreso de las compras tenían que cruzar la vía y tuvieron que detenerse al paso del tren.

 

Veíamos manos, escuchábamos gritos, pedían agua, tenían hambre, nosotros comenzamos a aventarles lo que llevábamos. De hecho, tuvimos que regresar porque ya no llevábamos nada a la casa”, contó Norma en la celebración de los 30 años de la organización, que sigue alimentando a cientos de hombres, mujeres y niños y, ahora, también les da albergue.

Fue así, con el apoyo de su madre, Leonila Vázquez Alvízar, que las hermanas emprendieron una acción que, sin proponérselo, le dio la vuelta al mundo. Empezaron a recolectar alimentos y a prepararlos. Una gran tarea que sólo hacían en la época de diciembre, cuando celebraban a la Virgen de Guadalupe, en su festejo.

Este fenómeno no pasó inadvertido y, cuando se convirtió en una tarea cotidiana, los reflectores se posaron sobre ellas y sobre las mujeres que se sumaron a la ayuda.

El grupo, al que después apodaron Las Patronas, comenzó a ser reconocido por organizaciones civiles de derechos humanos. La voz de las Patronas ha llegado hasta la ONU. Norma, que es la cara más visible del grupo de mujeres que todos los días trabaja en ayudar al prójimo, pide ayuda y paz.

Ayuda, porque para mantener el albergue y alimentar a casi 300 personas que pasan a diario es una tarea que requiere 20 kilos de frijoles y 20 kilos de arroz diarios… juntamos ropa, zapatos, lo que pueda ayudar… pero lo que más pedimos es que encuentren su camino y la paz que sus pueblos necesitan para no tener que salir a buscar lo que en su casa pueden tener”, clama.

 

SUMAN TALENTO EN CONTRA DE LA IMPUNIDAD

Por Ivonne Melgar

En la inauguración de Amarelille, una consultoría en género y derechos humanos que combina la creación artística con la asesoría jurídica, su joven fundadora, la abogada María del Socorro Pensado Casanova, no ocultó la importancia que para ella tenía ese momento personal y familiar, el de nunca olvidar el dolor generado por la violencia feminicida y la impunidad que la normaliza.

Rememoraba, así, el feminicidio de su tía, en 1998, cuando la ahora candidata a doctora por sus estudios de Derecho en la UNAM e Interdisciplinarios de Género en la Universidad de Alcalá tenía cuatro años.

Hoy, sumando el talento de artistas jóvenes y maduras con el conocimiento jurídico, María ha decidido construir acciones comunitarias, aplicando políticas públicas con las que ya cuenta el país.

Con 30 años, esta maestra en Relaciones Internacionales por la Universidad de San Pablo y egresada de la UNAM habla de la necesidad social y cultural de darle la vuelta a la página a la polarización política para que los programas en marcha que procuran la equidad sean de beneficio generalizado.

 

Advierte que sólo masificando la concientización de lo que es la violencia normalizada podremos superarla.

En el tema de la igualdad, no se trata de convencer a nadie; se trata de realmente dar a conocer qué significa la igualdad”.

No podemos seguir, plantea, en la idea de que de si se está en la oposición se omiten determinados programas. “O que no voy a hacer caso de lo que me dice tal persona porque está en tal partido. Tenemos que darle un brinco a esa actitud”.

Estudiosa de programas, protocolos, estrategias, políticas públicas generadas en México para construir la igualdad, así como la jurisprudencia nacional y de la Corte Interamericana, María Pensado habla del desafío de aplicarlos para cerrar la brecha salarial y superar estereotipos de género en los sistemas de procuración y de impartición de justicia, y atención policial.

María resume el desafío de su quehacer y generación: comunicar que el reclamo de igualdad “no se trata únicamente de un movimiento político feminista ni de una moda”.

Al inaugurar esta novedosa consultoría Amarelille (una fusión de amor, mar y flor de lis), María Pensado compartió: “Mi infancia marcada por la violencia ha sido un punto vital para la fuerza en esta lucha”.

Cuando perdió a su tía, faltaban 14 años para que un asesinato como ése se investigara con perspectiva de género, una opción que aún hoy sigue siendo deficitaria.

Y es frente a esa realidad, en la que se siguen trivializando las violencias y su prevención, que María Pensado ensaya nuevos caminos.

 

“QUE LAS MUJERES NO SE QUEDEN SOLAS CUIDANDO HIJOS”

Por Lourdes López

Orgullosa de sus raíces de la cultura Olmeca, madre de las civilizaciones mesoamericanas, Rosita Martínez Facundo no repara en presumir que es la primera mujer en asumir el Consejo Consultivo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos en Veracruz.

Nació en Coatzacoalcos, pero sus raíces indígenas provienen de sus abuelos y bisabuelos. Heredó el bastón de mando del líder moral y espiritual del Consejo Supremo Totonaco Juan Simbrón, y ahora defiende la tradición de las 13 etnias que perviven en Veracruz y busca mejores condiciones para su desarrollo, pero, en particular, Rosita se identifica con el feminismo y ha luchado para que las mujeres indígenas tengan más oportunidades y no se queden “solas en los pueblos, esperando, cuidando la siembra y los hijos”.

Su labor incluye la lucha por el reconocimiento constitucional de los derechos de estas comunidades, destacando la importancia de la educación y la preservación cultural, lo que se logró en 2023. Su figura creció entre las etnias a partir de esa modificación legal.

Ha sido una lucha larga, porque la ley, si bien no exentaba, era genérica, y en 2019 fueron reconocidos 68 pueblos originarios, luego de la consulta pública que promovimos el 25 de junio de 2018; era un derecho y logramos que se asentara en el artículo 2”, recordó.

 

Esta tarea emprendida le costó esfuerzo, desvelos y hasta una visita al entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, a través de una de sus conferencias mañaneras; ahí se plantó y le explicó sus inquietudes, ése fue el parteaguas para llegar a que fueran reconocidos.

En su lucha por las poblaciones indígenas ha detectado que en las regiones apartadas hay niños que se quedan sin ir a la escuela porque las familias son muy pobres y las escuelas quedan muy lejos de casa.

Esta pobreza y desigualdad golpea especialmente a las mujeres indígenas, que todavía son objeto de maltrato y de discriminación por usos y costumbres, reconoce.

Considera que esta situación se hace más complicada en la zona de las Altas Montañas del estado, donde las mujeres son vistas como un estorbo para las familias indígenas, puesto que las consideran una carga por no ser tan fuertes como los varones para las tareas rudas, así que, al cumplir entre 9 y 10 años, las ofrecen o hay varones que las piden a cambio de vacas o pollos.

En algunos lugares lo contemplan como usos y costumbres, generalmente se da más en las zonas de las Altas Montañas, es donde se sigue practicando. Estamos precisamente en la lucha para la erradicación y para una vida libre de violencia”, concluye.

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