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Una Simple Foto / Beatriz Pagés (Siempre!)
Una simple fotografía /Beatriz Pagés, Siempre! (México), 31 Ene
El 27 de enero los gobernadores del PRI se reunieron con el Presidente de la República. Los medios de comunicación publicaron una fotografía donde aparecen once mandatarios priistas custodiando a López Obrador.
Se dice que una imagen tiene más poder que mil palabras y este es el caso.
Al presidente y a los gobernadores tricolores no solo se les ve sonrientes sino perfectamente integrados. Parecería que ese –y no el que tiene–, es el verdadero gabinete del Presidente.
Esa imagen explica, por sí misma, muchas cosas. En primer lugar el silencio vergonzoso del PRI ante la destrucción de las instituciones democráticas que él mismo construyó y su desinterés por defender al país de un régimen que pretende consolidarse como una dictadura.
Para decirlo claro, la fotografía es la confirmación de un pacto oscuro que contiene un compromiso clave: no estorbar al presidente para que cambie lo que quiera cambiar o destruya lo que tenga que destruir. Sin importar las consecuencias que eso pueda tener para los mexicanos y la república.
Un partido que convirtió los anhelos libertarios y sociales de la revolución en ley y obra pública, en escuelas y hospitales, en caminos y agua potable, ha decidido acabar sus días como colaboracionista de una tiranía anárquica.
Se repite mucho en la calle que el PRI no actúa como oposición porque sus gobernadores y legisladores tienen miedo a que hagan públicos sus expedientes. Es cierto, pocos o ninguno, tienen una hoja de vida limpia. Pero, hay algo más que no se nos dice.
La inmovilidad del PRI y su sometimiento absoluto y claudicante al Ejecutivo Federal no solo incluye un pacto de impunidad, sino de apuntalamiento a la Cuarta Transformación.
Esa es la razón por la cual los gobernadores del PRI fueron a ver al presidente para decirle que respaldaban, sin condiciones, al Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), cuando su implementación ha sido causa de una de las crisis de salud más graves de las que se tenga memoria.
López Obrador está hoy más cerca del PRI que de MORENA. Mientras los priistas no le ponen obstáculos y le facilitan las cosas, su partido está más interesado en disputarse los mil 500 millones de pesos que recibirá este año y en repartirse candidaturas.
El presidente es uno de los solitarios más abandonados en Palacio. No tiene partido y su gabinete es un fracaso. No sabe gobernar, padece de disonancia cognitiva y sus colaboradores, casi todos, son improvisados.
La 4T camina aceleradamente hacia una crisis de gobierno. Las pinzas se cierran: decrecimiento de la economía, falta de inversión, riesgo de una fuga de capitales por la quiebra de Pemex, incremento de la violencia y multiplicación de la inconformidad social.
Pero llegamos a las preguntas clave: ¿Qué piensa ganar el PRI y los priistas con su silencio? ¿Acaso creen que los errores y el fracaso de la “Cuarta” los hará regresar al poder? ¿O, acaso –por qué no– podrían regresar al gobierno para ayudar a AMLO a gobernar?
Para sacar a un gobierno de la parálisis hay que llamar a los que saben. ¿Qué tal un ex secretario de Salud para acabar con el desabasto de medicamentos o un ex secretario de Hacienda para poner en orden las finanzas?
No vaya a ser que el PRI termine salvando a AMLO.
De cualquier forma, la ausencia del PRI no solo duele y lastima a la militancia, también a la sociedad y al país. Su fusión con la 4T no es vista como un acto de responsabilidad política sino de cobardía y oportunismo para protegerse y evitar que sus más connotadas figuras sean llevadas a la cárcel.
Al presidente se le ve cómodo en la fotografía. Encaja bien en medio de tanto priista. Tal vez sea la añoranza. Tal vez los inconfesables acuerdos. Comparten origen y ADN. Son caudillos, piensan en ellos mismos. Todo eso deja ver una simple fotografía.